lunes, 21 de julio de 2025

Del legado del Dr. Monckeberg al colapso del sistema: La urgente necesidad de un acuerdo nacional en salud

Por Jaime Calderón Riveros
Ingeniero Comercial (FEN U. de Chile)

Santiago, 21 de julio de 2025


En la década de 1970, Chile enfrentaba una crisis sanitaria alarmante: la desnutrición infantil afectaba al 70% de los niños y la esperanza de vida apenas superaba los 39 años. En ese sombrío panorama, emergió una figura clave: el Dr. Fernando Monckeberg Barros. Su enfoque multidisciplinario, basado en la prevención y la atención primaria, transformó radicalmente la salud pública del país.

“Fue producto de las circunstancias”, dijo alguna vez. Pero su labor estuvo lejos de ser casual. Monckeberg promovió políticas públicas integrales que incluyeron acceso a agua potable, saneamiento, vacunación, control del niño sano y fortalecimiento de la atención primaria. En 1975 fundó el Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA), entendiendo que la desnutrición era más que falta de comida: era un síntoma del subdesarrollo.

Un año después creó la Corporación para la Nutrición Infantil (CONIN), que no solo proporcionaba alimentación, sino también estimulación afectiva y apoyo integral a niños con desnutrición severa. El impacto fue profundo: la tasa de desnutrición infantil cayó de 200 por mil a solo 7 por mil. Se trata de uno de los casos más exitosos de políticas de salud pública en América Latina.


Del hambre a la obesidad: la nueva pandemia invisible

Hoy, sin embargo, el país enfrenta un desafío opuesto, pero igual de preocupante: la obesidad infantil. El Dr. Fernando Vio del Río la ha definido como “la pandemia invisible”, por su avance silencioso pero devastador. Esta condición, vinculada a enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión y problemas de salud mental, amenaza con triplicar el gasto público en los próximos años.

A ello se suma el alarmante aumento del consumo de alcohol en jóvenes: según SENDA, el 53% de los estudiantes que bebe se embriagó al menos una vez en el último mes, lo que a su vez facilita el uso de drogas como marihuana y pasta base.

La salud mental también está en crisis: un 24,6% de los chilenos sufre trastornos como ansiedad o depresión, según estudios de la UC y la Asociación Chilena de Seguridad. Y en salud bucal, el panorama no mejora: el 62% de la población considera su salud dental como regular o mala.


Un sistema al borde del colapso

Todo esto ocurre en un sistema de salud tensionado al máximo. Las listas de espera alcanzan cifras dramáticas, con millones de pacientes sin atención oportuna. Más de 15.000 personas con cáncer no han recibido tratamiento a tiempo. El retraso en cirugías es generalizado.

Y aunque el gasto público en salud ha crecido un 79% en la última década —con un récord histórico de un billón de pesos en 2024, según la DIPRES—, esa inversión no ha traído mejoras proporcionales en calidad o cobertura. El sistema parece haber llegado a un punto de inflexión.


¿Cómo avanzar hacia una solución real?

La respuesta no es sencilla. Durante décadas, Chile ha improvisado en salud pública. Las soluciones han sido parches, atrapadas entre ideologías, gremios politizados y una academia que no ha incorporado adecuadamente los avances tecnológicos, administrativos de la economía moderna.

Además, decisiones judiciales como la controvertida resolución de la Tercera Sala de la Corte Suprema —alertada por el Observatorio Judicial— han generado una profunda incertidumbre jurídica, afectando la inversión privada, que ha sido un pilar importante del sistema. Ni el Poder Ejecutivo ni el Legislativo mostraron el liderazgo necesario para corregir esta situación.

Frente a este panorama, proponemos cuatro pilares para una reforma real:

1. El paciente al centro
Toda política debe girar en torno al paciente. Debe poder elegir libremente entre seguros públicos o privados. Como decía pragmáticamente Deng Xiaoping: “No importa el color del gato, sino que cace ratones”.
 
2. Modernizar el Estado
Es necesario reformar profundamente el Ministerio de Salud, con liderazgo técnico y político. Se requieren hospitales con directorios profesionales, red hospitalaria modernizada vía concesiones, fichas clínicas universales, y un sistema digital robusto para licencias médicas electrónicas, y gestión sanitaria.

3. Invertir en prevención
La clave está en focalizar el gasto en programas preventivos con herramientas modernas como diagnóstico por imágenes, mamografías, colonoscopias y medicina familiar. Es urgente crear un Sistema Nacional Preventivo de Salud, coordinado por la red hospitalaria, los CESFAM y las mutualidades. Medicina familiar y planes de alfabetización sanitaria son esenciales para avanzar en salud.

4. Un seguro catastrófico universal y protección al personal de salud
Debemos establecer un seguro catastrófico que proteja a los ciudadanos ante enfermedades graves. Además, urge crear un Estatuto del Trabajador de la Salud que garantice carrera funcionaria y protección ante agresiones.


Hacia un gran acuerdo nacional en salud

Chile necesita una política de salud de Estado, no de gobierno. Una visión a largo plazo, justa, centrada en las personas, sin discriminación ni burocracia paralizante. Un pacto transversal que integre a médicos, enfermeras, matronas, ingenieros, arquitectos, economistas… y, por supuesto, a los pacientes.

Nos hacen falta figuras con liderazgo técnico y político, como Edgardo Boeninger, Carlos Massad, Ricardo Lagos, Fernando Monckeberg o Eduardo Frei Ruiz-Tagle. Más que expertos, necesitamos coraje político.

Como dijo un pensador: “Todo fue dicho ya. Pero como nadie escucha, hay que empezar de nuevo”. Es hora de escuchar y actuar. Chile no puede seguir esperando.

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