domingo, 15 de junio de 2025

Salud en Chile: Un Estado fallido

Dieter Linneberg Arancibia (Economista FEN UCH)
Jaime Calderón Riveros, (Ingeniero Comercial FEN UCH)


Los números son tan elocuentes como alarmantes: en 2024, más de 2,9 millones de personas están en listas de espera en el sistema público de salud chileno, de las cuales 1,8 millones corresponden a consultas de especialidad y más de 350.000 a intervenciones quirúrgicas. Entre ellas, al menos 15.000 personas diagnosticadas con cáncer esperan tratamiento, según datos del Ministerio de Salud y el Observatorio de Gasto Fiscal.

Mientras tanto, el gasto en salud como porcentaje del PIB ha aumentado desde 7,2% en 2013 a cerca del 10,1% en 2023, lo que posiciona a Chile por sobre el promedio latinoamericano, pero aún por debajo del promedio de países OCDE, que ronda el 12,9%. A pesar del mayor gasto, la percepción ciudadana respecto a la calidad del sistema ha empeorado: según la Encuesta CEP (2023), un 73% considera que la salud pública está “colapsada” o “en crisis”. ¿Cómo es posible que estemos peor, invirtiendo más?.

Los informes del Ministerio de Salud muestran una institucionalidad sobrepasada, incapaz de garantizar una atención oportuna y digna. El sistema está estancado en paradigmas obsoletos, sin capacidad de adaptación ni visión estratégica. Tenemos un enfermo en estado crítico, y los tratamientos aplicados hasta ahora no solo han sido ineficaces, sino que parten de diagnósticos errados.

Uno de los problemas de fondo es la confusión entre salud y medicina. Mientras la salud implica prevención, bienestar y acceso, la medicina solo entra cuando hay que curar. Sin embargo, el enfoque actual ha reducido una problemática multidisciplinaria a una mirada puramente médica, dejando fuera a actores clave como enfermeros, matronas, nutricionistas, ingenieros, arquitectos y economistas de la salud.

Seguimos operando con una visión sanitaria de los años 50, ignorando herramientas básicas de la gestión moderna, la tecnología y la economía. El resultado es un modelo que concentra el poder en el Estado, limitando la libertad de elección de los pacientes y desincentivando la competencia y la eficiencia.

Los gremios también han ejercido una influencia desmedida, obstaculizando reformas estructurales urgentes. El caso del Hospital del Salvador, prometido hace más de dos décadas y proyectado para 2026, es una muestra clara de esta parálisis. La modernización iniciada con el Plan AUGE fue interrumpida por razones ideológicas, y el país aún paga el costo de ese retroceso.

Frente a esto, urge una visión de Estado que se funde en consensos mínimos y acciones concretas. Algunas propuestas:

1. El paciente al centro: Se requiere un sistema mixto, donde lo público y lo privado coexistan, y cada persona pueda elegir libremente su prestador. Países como Holanda y Alemania han logrado combinar seguros sociales con proveedores públicos y privados con buenos resultados.

2. Ficha clínica universal y sistema electrónico de licencias médicas: Chile cuenta con algunos avances, como el sistema Rayén (implementado en APS en más de 260 comunas), pero no existe interoperabilidad con hospitales ni clínicas privadas. Una propuesta concreta sería expandir un estándar de interoperabilidad HL7 o FHIR a nivel nacional, mediante una alianza público-privada. Estimaciones del BID para iniciativas similares en América Latina sugieren costos de entre 4 a 7 USD por habitante, lo que en Chile implicaría una inversión inicial de entre 70 y 130 millones USD.

La Clínica Alemana y Red Salud UC han implementado historias clínicas electrónicas interoperables dentro de sus redes internas. Estas experiencias podrían ser replicadas o escaladas con apoyo del Estado para lograr un sistema nacional compartido.

3. Prevención como prioridad: Para enfrentar con éxito desafíos como la obesidad (que afecta a más del 74% de la población adulta), la salud mental (1 de cada 4 chilenos presenta síntomas de depresión según la ENS) o el consumo de drogas, se necesita un sistema basado en la educación sanitaria, la medicina familiar y el trabajo comunitario.

4. Seguro catastrófico universal: Que proteja a las familias ante enfermedades de alto costo, y evite su quiebra financiera. Países como Corea del Sur y Japón han implementado esquemas de copago máximo familiar, lo que da certidumbre financiera a los hogares.

5. Nuevo estatuto para los trabajadores de la salud: Que combine estabilidad laboral con incentivos a la innovación, la productividad y la mejora continua. Modelos como el NHS inglés, que premia mejoras en eficiencia y calidad con incentivos no monetarios, podrían servir como referencia.

Chile envejece, y con ello sus desafíos sanitarios se multiplican. No podemos seguir postergando las soluciones. Como decía Barros Luco con su conocida ironía: “Cuando el problema es muy grande, mejor no hacer nada y nombrar una comisión”. Hoy no podemos darnos ese lujo.

Somos un país con capacidad de progreso. Permitir que nuestro sistema de salud siga colapsando es, simplemente, inaceptable.



Fuentes consultadas

Artículo publicado en El Mostrador el 15 de junio del 2025

viernes, 30 de mayo de 2025

Licencias médicas: la punta del iceberg de un sistema de salud en crisis

Dieter Linneberg Arancibia (Economista Fen UdeCh)
Jaime Calderón Riveros (Ingeniero Comercial Fen UdeCh)


La reciente crisis por el aumento explosivo de licencias médicas fraudulentas ha encendido las alarmas en el país. Sin embargo, este fenómeno representa solo la punta del iceberg de una problemática mucho más profunda que afecta estructuralmente a nuestro sistema de salud. En otras palabras, el fraude en licencias no es el problema en sí, sino el síntoma visible de un modelo colapsado, mal gestionado y sin visión de Estado.

En la última década, el gasto en salud en Chile ha pasado del 7,2% del PIB en 2013 al 10,1% en 2023. Este aumento sitúa al país por encima del promedio latinoamericano, pero aún por debajo de la media de los países OCDE, que alcanza un 12,9%. A pesar de esta mayor inversión, los resultados no son alentadores. Hoy enfrentamos una realidad alarmante: 2,9 millones de personas en listas de espera, de las cuales 1,8 millones esperan por una consulta de especialidad; más de 350 mil cirugías postergadas; y lo más grave, más de 15 mil pacientes con cáncer que han visto retrasado su tratamiento. Estas cifras no solo reflejan ineficiencia, sino también una amenaza directa a la vida y dignidad de miles de chilenos.


Un sistema mal diagnosticado

La salud en Chile es un enfermo mal diagnosticado con muchas improvisaciones, decisiones fragmentadas, voluntarismos, parches que no responden a una estrategia sanitaria de largo plazo. A pesar de que contamos con un desarrollo económico considerable, el sistema de salud no ha sido capaz de modernizarse al mismo ritmo. Seguimos sin una ficha clínica universal, sin sistemas digitales eficientes, sin control en listas de espera, y con una gestión insuficiente.

Las soluciones deben ir mucho más allá del control del fraude. Requieren una transformación profunda del sistema. Para ello, se proponen cinco ejes estratégicos que deben guiar la reforma de la salud pública en Chile:


1. Poner al paciente en el centro

Durante décadas, el paciente ha sido el gran olvidado. Las políticas públicas parecen girar en torno a las instituciones y no a las personas. No importa si la atención proviene del sector público o privado; lo que realmente importa es que el sistema funcione y mejore la calidad de vida de quienes lo necesitan, sin prejuicios ni sesgos ideológicos.

Como decía Deng Xiaoping: “No importa de qué color sea el gato, lo importante es que cace ratones”. El paciente debe estar primero, siempre.


2. No confundir salud con medicina

Uno de los errores más comunes es tratar los desafíos del sistema de salud solo desde la perspectiva médica. La salud es un estado de equilibrio orgánico y ausencia de enfermedades y medicina se refiere a un conjunto de herramientas cuyo objetivo es sanar al paciente.

Resolver los problemas estructurales de la salud requiere un enfoque multidisciplinario: médicos, enfermeras, matronas, profesionales de la salud, ingenieros, arquitectos, economistas, informáticos y gestores deben trabajar en conjunto para repensar el sistema desde sus cimientos.


3. Modernizar el Estado y su estrategia sanitaria

El Estado necesita actualizarse. La demografía está cambiando: para el año 2026, el 20% de la población tendrá más de 60 años; y para 2050, superará el 32%. Este cambio traerá un nuevo perfil epidemiológico, con enfermedades crónicas y de larga duración que requieren un enfoque distinto al actual.

Se necesita un sistema sanitario con visión de Estado, liderado por autoridades con una mirada macro, respaldadas por consejos técnicos y profesionales. Se deben crear vicepresidencias ejecutivas, gerencias hospitalarias, modernizar FONASA orientándolo al paciente, y avanzar de manera urgente hacia una ficha clínica única, un sistema electrónico de licencias médicas y una red digital integrada con una ficha única universal para hacer realidad el anhelado hospital digital, donde el sistema de concesiones es un camino de financiamiento.


4. Fortalecer un sistema mixto en salud y dar certeza jurídica

Chile tiene un sistema de salud mixto, donde lo público y lo privado trabajen en colaboración, como quedó demostrado en la pandemia. La libertad del paciente para elegir su prestador no solo es un derecho, sino que genera una mejor asignación de recursos y mejora la calidad del servicio. Los monopolios, sean públicos o privados, terminan generando ineficiencia y desigualdad.


5. Priorizar la prevención

En los años 60, el doctor Fernando Monckeberg y el INTA fueron capaces de erradicar la desnutrición infantil mediante una política pública integral. Hoy, enfrentamos nuevos desafíos de salud pública: obesidad infantil, salud mental, consumo problemático de alcohol y drogas, y enfermedades dentales crónicas.

La prevención debe ser el eje central del gasto en salud. Esto incluye fortalecer exámenes preventivos como mamografías, colonoscopías, diagnósticos por imágenes, y desarrollar una red preventiva entre hospitales, mutuales y centros de salud familiar. Un sistema de concesiones público-privadas puede ser un aliado clave para impulsar esta transformación.


Medidas complementarias urgentes

Además de estos ejes, es imprescindible:
  • Crear un seguro universal catastrófico que proteja a los pacientes ante enfermedades graves.
  • Aprobar un Estatuto del Trabajador de la Salud que fomente la carrera profesional, dignifique el trabajo en salud y proteja a los funcionarios de agresiones.

Una crisis nacional

No es posible que Chile, que ha tenido avances importantes en tantas áreas, continúe arrastrando una crisis sanitaria estructural de esta magnitud. Con el envejecimiento poblacional y la baja natalidad, los desafíos del sistema de salud solo se agravarán si no se toman medidas desde ahora.

Esta es una responsabilidad colectiva, y todos —autoridades, profesionales, universidades, y ciudadanos— debemos contribuir para que la salud deje de ser un lujo o una lotería, y se convierta en lo que realmente debe ser: un derecho garantizado y efectivo para todos.


Santiago, mayo 30, 2025


Artículo publicado en El Libero el 24 de mayo del 2025

jueves, 17 de abril de 2025

Un gran acuerdo nacional en salud

Por Jaime Calderón Riveros – Ingeniero Comercial
Santiago, 17 de abril de 2025

Cuando a un enfermo no se le descubre la causa de su mal, estamos ante el peor escenario para lograr su recuperación. Se le piden exámenes, se consultan diversas opiniones, pero el paciente sigue grave. Lo mismo ocurre con nuestro sistema de salud.

Salud, entendida como el equilibrio orgánico o la ausencia de enfermedades, no es lo mismo que medicina, que corresponde al conjunto de herramientas para sanar. Llevamos décadas acumulando diagnósticos, comisiones de expertos y visiones políticas, pero los resultados siguen siendo dramáticos: millones de personas en listas de espera, donde mueren diez veces más pacientes que durante los sucesos del año 1973, sin que se formen comisiones investigadoras. Hay miles de cirugías postergadas y más de 15.000 pacientes con cáncer con atención retrasada.

Todo esto ocurre a pesar de un gasto creciente en salud, que en términos del PIB se ha duplicado en la última década. “¿Qué te pasó, Pablo?”, nos escribió un destacado escritor años atrás. Hoy, esa pregunta parece más vigente que nunca.


Un diagnóstico complejo

El problema de nuestro sistema de salud es multifactorial. En primer lugar, hemos confundido la salud como un ámbito exclusivo de médicos, cuando en realidad es una disciplina profundamente interdisciplinaria. Médicos, enfermeras, matronas, profesionales de la salud, arquitectos, ingenieros, economistas: todos tienen un rol.

Un médico me comentaba, con ironía y resignación, que “en nombre de Dios y de la ciencia” se han desarrollado proyectos absurdos: se compran equipos por millones de dólares, pero no se considera el costo de operación ni personal. Los equipos terminan almacenados por años, y cuando se intentan instalar, los softwares ya están obsoletos.

La salud toca lo esencial del ser humano: la vida misma. Por eso, coordinar estas visiones diversas es tan complejo. Y en muchos casos, básico: los hospitales públicos, por ejemplo, ni siquiera cuentan con gerentes.

En segundo lugar, nos afecta una visión anticuada de la salud pública, anclada en los años 50, donde el Estado actúa como dueño de los pacientes. Esto fomenta un monopolio estatal y desconoce los avances en medicina privada, en mutuales de seguridad, y la necesidad de centrar el sistema en el paciente, no en la institución. No importa si el prestador es público o privado, lo fundamental es que el paciente reciba atención oportuna y de calidad.

En tercer lugar, la politización del sector y la excesiva injerencia de los gremios han impedido avances sustanciales. Un ejemplo es el Plan AUGE, impulsado en los 2000, que significó un salto en cobertura de enfermedades bajo el modelo de “cobertura explícita” recomendado por el BID. Sin embargo, una de sus columnas —la modernización hospitalaria a través de concesiones— fue detenida por el gobierno siguiente. ¿El resultado? Veinticinco años después, aún no se termina el Hospital Salvador en Providencia. La razón: la oposición de los gremios.

En cuarto lugar, la falta de liderazgo político ha sido decisiva. La “Ley Corta”, junto a la resolución inconstitucional de la Corte Suprema frente a la crisis del sistema privado, demostró que ni el Ejecutivo ni el Legislativo abordaron a fondo los problemas. Esto provocó una judicialización masiva del sistema, frenando inversiones y sumiendo al sector en la incertidumbre.


Los ejes de una reforma estructural

La resolución de la crisis sanitaria en Chile exige una transformación profunda, estructurada en cinco grandes ejes:

1. El paciente al centro del sistema. Debe poder elegir libremente a su prestador en un sistema mixto que combine lo mejor del sector público y privado. La libertad de elección y el trato digno deben ser principios rectores.

2. Una modernización institucional profunda. El Ministerio de Salud necesita una nueva estructura, con un ministro con visión macro, apoyado por una comisión de expertos multidisciplinarios. El Ministerio debería contar con vicepresidencias ejecutivas, y los hospitales públicos deben tener directorios y gerencias capaces de captar inversión privada y beneficencia. Urge además implementar:
  • Un sistema electrónico independiente de licencias médicas.
  • Una ficha única universal que haga realidad el anhelado hospital digital
  • Concesionar toda la red hospitalaria.
  • Un Fonasa orientado al paciente, no a la burocracia.

Y me permito una propuesta adicional: ¿podría el servicio militar social pagado ser una herramienta para alfabetizar, acompañar y fortalecer la salud y la cohesión social del país?

3. Una política preventiva a gran escala. El país necesita enfrentar con decisión el alcoholismo juvenil, la drogadicción, la obesidad, los problemas de salud mental y dental. Esto requiere incorporar tecnología, potenciar diagnósticos preventivos (mamografías, colonoscopías, imágenes médicas) e integrar efectivamente a CESFAM, hospitales y mutuales.

4. Un seguro catastrófico universal obligatorio. Nadie debería perder su hogar o sus ahorros por enfrentar una enfermedad de alto costo. Un seguro universal protege tanto al paciente como al sistema.

5. Un nuevo estatuto para los trabajadores de la salud. Este debe garantizar estabilidad, protección, pero también promover productividad, innovación y mejora continua.


El desafío es ahora

El envejecimiento de la población y la baja natalidad son tendencias ineludibles. Chile necesita una política de Estado que permita enfrentar estos desafíos bajo un gran acuerdo nacional en salud.

Soy corredor de running, y recuerdo un cartel al final de una carrera que decía: “Faltan solo tres kilómetros, ahora es pura cabeza”. Aunque uno vaya exhausto, con determinación se llega. En salud, no podemos desfallecer.

He compartido esta lucha con destacados políticos y economistas. Como alguien me dijo una vez: “la vida con sueños compartidos”. Pienso en ese inmigrante italiano que llegó con cien dólares al bolsillo y construyó un imperio a fuerza de trabajo. No exigía derechos, construía futuro. Pienso también en esa señora humilde que llega al consultorio a las cinco de la mañana, en los pacientes esperando en ambulancias, o en los enfermos de cáncer que mueren sin atención.

Es inconcebible que Chile, un país que tanto ha avanzado en otras áreas, viva una crisis sanitaria de esta magnitud.

Chile es un gran país y se merece un mejor sistema de salud: justo, eficiente, moderno y centrado en las personas. El momento es ahora. Hagamos un gran acuerdo nacional y solucionemos, de una vez por todas, los graves problemas del sector salud.

miércoles, 26 de marzo de 2025

Cobertura Universal en Salud (CUS)

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) tiene un proyecto hacia el 2030 de fomentar la Cobertura Universal en Salud (CUS) en un programa de acceso igualitario a todos los servicios de salud con calidad, protección financiera, y para toda la población. ¿Hemos avanzado en Chile?

“Ningún país, por más rico que sea, está en capacidad de proveer a toda la población todas las tecnologías o intervenciones que podrían mejorar la salud o prolongar la vida” lo definía la Organización Mundial de la Salud (OMS) el año 2010. Esto significa priorizar recursos limitados.

Aquí surgen varias preguntas a resolver. ¿Quiénes van a ser los usuarios o pacientes, y qué tecnologías se van a usar, y quien la define? ¿Cuándo una nueva tecnología es un aporte que incorpora valor agregado? ¿Cuál va a ser la política de medicamentos; mercado o compras masivas del Estado para controlar el precio? ¿Cómo mejorar la eficiencia y evitar el despilfarro y corrupción en salud? ¿Cómo maximizar el presupuesto? Si tengo una droga de alto costo que favorece a unos pocos pacientes con sobrevida de unos pocos años, versus gastar ese dinero en planes preventivos masivos. ¿Quién define la decisión?

Los asesores del BID hablan de una priorización explícita en salud y recomiendan financiar planes específicos, definiendo a quienes financiar, racionalizando el gasto en base a la experiencia y a la evidencia, transparentando y controlando las decisiones. Hay un aumento del gasto en salud por el cambio demográfico, por el cambio epidemiológico y por las nuevas tecnologías que hace necesario enfrentar con una visión técnica de futuro.

En Chile se perdieron veinte y cinco años desde los 2000 en que durante el Gobierno de Ricardo Lagos con la participación del Dr. Hernán Sandoval y “pensando en grande”, con una visión de Estado, se implementó el plan Auge que es una política explícita en salud cuyo objetivo era una cobertura completa de un conjunto de enfermedades donde se asignaban recursos. Había hasta una comisión multidisciplinaria con ingenieros y médicos. Este programa estaba complementado con una modernización del sector público y una herramienta eran las concesiones hospitalarias que le cambiaba el rostro a la salud pública chilena. Todo este notable avance se detuvo por motivos ideológicos, parches y desastrosas políticas públicas en un concepto de una vieja seguridad social que no avanzó con el desarrollo de la tecnología, administración y economía moderna. En el concepto genérico de salud igualitaria se privilegió el monopolio del Estado produciendo un enorme despilfarro de recursos públicos que terminan con la más grave crisis del sector salud en décadas. Se suma a esta grave situación en el sector salud la inédita e inconstitucional intervención de la Corte en políticas públicas y un ideologismo extremo cuyo objetivo es destruir el sector privado a pesar de que en Chile tenemos un sistema mixto en salud que funcionó muy bien durante la pandemia.

Siguiendo los criterios del BID en una política explícita en salud, insisto, y lo que vengo planteando por años, es un gran acuerdo nacional en salud en el marco de un nuevo orden social. En mi opinión, y como aporte sugiero primero definir y legitimar un sistema mixto en salud orientado al paciente, objeto central de toda política pública en salud. Segundo, debemos modernizar severamente al Estado, con un equipo multidisciplinario como se propuso en los 2000, con un ministro que tenga una visión macro con vicepresidencias ejecutivas con metas concretas, hospitales con directorios y gerencias como unidades económicas independientes incorporando la variable productividad, concesionando toda la red hospitalaria, captando inversión privada y de beneficencia. Tercero, crear un plan preventivo en salud “en grande” incorporando los centros de salud familiar (Cesfam), mutuales, hospitales, fundaciones de beneficencia, Inta para enfrentar el grave problema de la obesidad infantil, alcoholismo y drogadicción, salud bucal, salud mental entre otros. La medicina familiar, nutricionistas, matronas, enfermeras tienen mucho que aportar. Pregunto ¿es el servicio militar social pagado (como en Israel) una herramienta de alfabetización sanitaria y cohesión social? Un seguro universal catastrófico y un estatuto especial de los trabajadores de la salud son herramientas para avanzar en salud.

Debemos tener empatía con los graves problemas de la salud que afectan gravemente a los mas desposeídos. El Hospital de Ochagavía denominado “el elefante blanco” que hoy son bodegas, es un ejemplo de excesos y falta de una visión multidisciplinaria en una política pública en salud. El problema de las listas de espera y no conocer su verdadero número, los pacientes con cáncer no atendidos, usar los reales problemas de la salud como plataforma para hacer carrera política, los pacientes en los consultorios, merece una visión más de Estado en salud. De sueños vive el hombre, la vida sin sueños es triste y gris y espero que entre todos avancemos en la solución de los reales problemas de la salud para que todos tengan un acceso igualitario y oportuno a los servicios de salud.



Jaime Calderón Riveros
Ingeniero Comercial

Santiago, marzo 26, 2025

jueves, 6 de marzo de 2025

Ingeniería en salud

Se necesita mucha ingeniería en salud dijo Evelyn Mathei, senadora en ese entonces, en un Encuentro Nacional de la Empresa (Enasa). Bingo, por fin se habla de racionalizar el sector salud. Como estamos hoy en salud, vemos que no fue escuchada.

La salud afecta lo más esencial del ser humano, la vida misma, por lo que es difícil avanzar e intervienen muchos actores. No se debe confundir salud que es un estado de ausencia de enfermedades con medicina que es un conjunto de herramientas para sanar al paciente. Salud es un problema multidisciplinario en que intervienen médicos, enfermeras, matronas, profesionales de la salud, arquitectos, ingenieros, economistas.

Las políticas del sector salud están influenciadas por lo que llamo una vieja escuela de salubridad pública nacida en los hospitales públicos de los 50´s que estima que es Estado el que debe solucionar los problemas sanitarios mediante recursos fiscales y que no avanzo con la tecnología y el desarrollo de la economía, en que surgen seguros privados que forman parte del sistema de seguridad social. Se debe sumar a esta visión de la salubridad pública el problema de los gremios de la salud que no permiten avanzar en cualquier racionalización del sector, donde hay fuertes intereses con fuerza suficiente para elegir sus políticos.

En el aspecto político hay otro problema jurídico grave de años. La inconstitucional Sentencia de la Tercera Sala de la Corte Suprema del año 2022, que se extralimitó en sus funciones, no fue objetada ni por el ejecutivo ni el legislativo. El poder ejecutivo interpretó precipitadamente la sentencia porque le permitía terminar con el sistema privado como está en el programa de Gobierno y en el legislativo no existió liderazgo político para acusar constitucionalmente a los jueces, porque es muy impopular, y nombra comisiones. La judicialización de la salud es consecuencia que nunca se corrigió el sistema de reajustabilidad privado que era conflictivo, como lo solicitaron varios ministros de la Corte en los 2000 que terminó con la resolución del Tribunal Constitucional del año 2010. El ejecutivo demoró casi diez años en dictar la tabla única de factores, que refleja la complejidad del sector salud.

Veamos si siguiendo en la lógica de la racionalidad de la ingeniería, como lo mencionaba Evelyn Mathei, podemos avanzar.

Lo primero es que debemos definir prioritariamente es que es el paciente el objeto de todo sistema de salud. No importa el color del gato, lo importante es que cace ratones, decía Xiaoping, primer ministro chino, y sacó a millones de chinos de la pobreza. No importa si el actor es público o privado pero que solucione los problemas de los pacientes.

Lo segundo es modernizar severamente el Estado adaptándolo a los tiempos actuales e incorporando la tecnología y captar inversión privada, para lo que se necesita dar legitimidad al sistema. El ministerio dirigido por un equipo de cinco o seis expertos de la medicina, profesionales de la salud, arquitectura e ingeniería con un ministro con una visión macro. Organizar los hospitales como unidades económicas con directorios y gerencias con el objeto de captar inversión privada directa y de la beneficencia. Un Fonasa orientado a financiar los seguros de los pacientes para que estos elijan libremente el prestador. Un sistema electrónico independiente de licencias médicas. Es inaceptable que con la tecnología actual existan fraudes en licencias. Pensar en grande y un sistema de ficha única universal que interactúe con los sistemas público y privado y hacer realidad el anhelado hospital digital.

Lo tercero es definir dar legitimidad a que el sistema de salud es un sistema mixto con participación pública y privada, donde el paciente tiene la libertad de elegir libremente el prestador. Es sistema de concesiones para toda la red hospitalaria racionaliza la inversión y es una herramienta para concretar la ficha única.

Definir que las políticas públicas en salud deben estar enfocadas prioritariamente a la prevención usando todas las herramientas de la tecnología como diagnóstico por imágenes, colonoscopía, ecotomografía, mamografías, exámenes de sangre. Prevenir antes que se produzca la enfermedad nos enseña la milenaria cultura china. Concesionar un sistema nacional preventivo en salud incorporando los centros de salud familiar (Cesfam), mutualidades y red hospitalaria.

Soy escéptico porque se necesita mucha fuerza, liderazgo y “pensar en grande” para avanzar en salud, donde los intereses involucrados y visiones políticas que usan la salud para hacer carrera y no enfocarse en solucionar los problemas de los pacientes. Pero hay que continuar en esta quijotesca lucha. Este invierno en algún hospital en Chile, una mujer va a estar horas en la camilla de una ambulancia porque no hay camas en el hospital. Esa mujer puede ser tu madre. Hay que se empático con los graves problemas de la salud y avanzar.



Jaime Calderón Riveros
Ingeniero Comercial
Santiago, marzo 6, 2025                              

lunes, 24 de febrero de 2025

Hablemos claro en salud

La inédita resolución de la Tercera de la Corte Suprema que interpretó la legislación vigente por sobre nuestro ordenamiento jurídico produjo un grave problema en nuestro sistema de salud con graves consecuencias para millones de usuarios de los sistemas público y privado. La conflictividad del sistema de reajustabilidad de nuestro sistema privado es un problema de larga data, como lo hicieron ver los mismos ministros de la Corte en los 2000, que aconsejaban corregir. Este es el origen de la Resolución del Tribunal Constitucional del año 2010 que abrió las puertas a la judicialización del sistema donde ingresaron más de 2,2 millones de causas a la Corte de Apelaciones entre el 2013 y 2022, de acuerdo informes del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. El ejecutivo demoró casi diez años en interpretar esta resolución estableciendo la tabla única de factores. La Corte busco una salida a este grave problema dictando la Sentencia Judicial de la Tercera Sala de la Corte Suprema de noviembre del año 2022, ordenando aplicar la tabla de factores con efecto retroactivo. Es grave para un sistema democrático la interpretación de las leyes.

El programa del actual Gobierno plantea establecer un seguro único sobre los pacientes eliminando el sistema privado en salud y estableciendo un seguro complementario de “segundo piso” en un criterio muy de “ideologismo juvenil” que va contra la realidad del sistema de salud chileno y el desarrollo de los planes de salud en el mundo, que se orientan hacia sistemas mixtos. El discurso político “salud igualitaria para todos”, que estamos todos de acuerdo, hay que “aterrizarla” a la realidad de nuestro sistema de salud. Eliminar el sistema privado de salud es un error que agrava los problemas de la salud pública y privada. Para establecer los seguros complementarios se hace necesario modernizar Fonasa orientándolo al financiamiento del paciente y transparentar estos seguros clarificando el período de aplicación de enfermedades graves como el aumento de deducibles sobre los 70 años y la significativa disminución de las primas.

La modernización del Estado en el sector salud ha sido de difícil implementación por la actuación de los gremios de la salud que se oponen a los cambios y hay un verdadero “nicho” entre la política y los problemas del sector. Un ejemplo es el denominado “Informe Caldera” del exministro Carlos Massad que no se pudo implementar por la actuación de dirigentes sindicales que se reeligen eternamente (uno de estos dirigentes avala como veedor la dictadura de Maduro en Venezuela). Por este camino no se avanza en la solución de los graves problemas de la salud. La excesiva politización del gremio médico es otro problema grave en salud.

Un Ministerio de Salud con vicepresidencias ejecutivas dirigidos con un ministro con una visión macro y un comité asesor multidisciplinario con médicos, profesionales de la salud, arquitectos, ingenieros, economistas es un primer paso significativo para avanzar en salud. Hospitales como unidades independientes con gerencias y directorios incorporando a los trabajadores en los resultados y la productividad, concesionando la red hospitalaria para aumentar la inversión privada. Pensar en grande en prevención y concesionar un sistema nacional preventivo en salud incorporando los Centros de Salud Familiar (Cesfam), mutuales, red hospitalaria. Pensar en grande en tecnología creando una ficha única universal incentivando la inversión privada vía concesiones para hacer realidad el anhelado hospital digital en el mayor proyecto informático de la década. Actuar con criterio de Estado en la capacitación en el campo de la salud, trabajando con las Facultades de Medicina, Sociedades Científicas en la distribución de los campos clínicos, formación de especialistas, transparentando el financiamiento de congresos médicos. Mejorar el sistema de compras públicas en salud coordinando y capacitando el trabajo de las unidades de inversiones de los Servicio de Salud, la Central de Compras y Chile Compra con el objeto de producir significativos ahorros públicos.

Para avanzar en salud no debemos confundir salud, que es ausencia de enfermedades, con medicina, que es sanar. Los próximos años son de ajuste fiscal y no podemos seguir aumentado el gasto público en salud que prácticamente se ha duplicado en relación con el PIB en salud entre 1990 al 2012 del 1,6% al 3,5% y se proyecta 6,8% para el 2050 según informes de la Dirección de Presupuestos del Ministerio de Hacienda. Debemos dar certeza jurídica e incentivar la inversión privada mediante sistema de concesiones o inversión directa. Es el paciente el centro de toda política pública en salud y debemos orientar el gasto a la modernización del sector con un Ministerio de acuerdo a los tiempos actuales, concesionar un sistema nacional preventivo en salud que debe ser el eje de las políticas públicas en salud, modernizar Fonasa orientándolo al financiamiento directo del paciente y establecer un sistema electrónico independiente de licencias médicas, un sistema mixto con seguros privados y públicos donde el paciente pueda elegir libremente el prestador, un seguro catastrófico universal deben ser ejes de una política pública en salud.

Ayer fueron los Cruz Coke y Allende capaces de sacar una ley trascendente para la época de los 50´s. Hoy los Edgardo Boeninger, Carlos Massad, Ricardo Lagos nos dieron un ejemplo y fueron capaces de “pensar en grande” y actuar con visión de Estado. Es hora de que avancemos y hablemos claro, millones de pacientes así lo esperan.



Jaime Calderón Riveros
Ingeniero Comercial



Santiago, 24 de febrero de 2025

viernes, 15 de noviembre de 2024

Salud ¿recursos o gestión?

Si Ud. entra por la puerta principal del Hospital Barros Luco de Santiago y sigue por sus pasillos va a encontrar en una sala un enorme cuadro del profesor Dr. Arturo Tello, referente de la medicina pública chilena. Encontramos en la salud pública miles de ejemplos de entrega a la medicina como el profesor Dr. Tello al igual que del personal de la salud. Hago esta referencia porque en general hay un enorme respeto a los médicos en Chile.

Pero no debemos confundir medicina, que es sanar o herramientas para sanar enfermedades con salud que es equilibrio orgánico o ausencia de enfermedades. Los problemas médicos son solucionados por diversos especialistas de la medicina y en los problemas de la salud intervienen o debieran intervenir un conjunto multidisciplinario de especialistas entre médicos, enfermeras, matronas, tecnólogos, profesionales de la salud, arquitectos, ingenieros, economistas. Aquí una primera reflexión porque mucho de los problemas de la salud (no de la medicina) son originados por voluntarismos, improvisación, parches para solucionar problemas puntuales con una visión muy parcial. Salud es un problema complejo.

Se solicita aumentar los recursos para mejorar las listas de espera, pero no se habla de la gestión y de la modernización del Estado. Si Ud. es médico y opera un paciente con un cáncer ramificado ¿Qué hace? ¿lo sigue interviniendo? En salud hemos aumentado en forma anual considerablemente los recursos muy por sobre el promedio de los países de la OECD y, según informes de la Dirección de Presupuestos del Ministerio de Hacienda, el PIB en salud prácticamente se duplicó del 1,6% al 3,5% entre 1990-2012 y se proyecta un 6,8% para el 2050. Según informes de la Subsecretaría de Salud, tenemos más de ochenta y cinco mil garantías Ges no cumplida por el Estado. Organismos independientes como el Observatorio Fiscal menciona que con solo mejorar la gestión se pueden obtener ahorros del 10% en los presupuestos asignados y la Comisión de Productividad menciona que con solo aumentar el horario de los pabellones se puede aumentar la productividad un 47% lo que puede incidir en forma trascendente en las listas de espera ¿Aumentamos los recursos sin mejorar la gestión? ¿Seguimos operando al paciente con cáncer ramificado o vemos otras herramientas?

Entonces lo que primero debemos hacer es modernizar el sector público, muy resistida por los gremios de la salud, y un ejemplo fue el importante programa de concesiones hospitalarias, iniciada con una visión de Estado por el expresidente Ricardo Lagos Escobar y, que fue detenido por el gobierno siguiente, lo que causó un atraso y perjudicó a los usuarios del sistema público. La pandemia nos demostró que podemos trabajar en conjunto los sectores público y privado con un Ministerio de Salud rector de las políticas públicas en salud. Pero debemos modernizarlo con un ministro con visión de Estado macro asesorado por un consejo consultivo multidisciplinario, incorporar las herramientas de la tecnología y administración modernas con vicepresidencias ejecutivas, hospitales con directorios y gerencias, concesionar toda la red hospitalaria, un sistema nacional preventivo en salud que también se puede concesionar con el objeto de enfrentar los graves problemas de obesidad infantil, alcoholismo juvenil, salud mental entre otros,

Otro aspecto que debemos enfrentar y avanzar en un concepto de la seguridad social moderna donde el paciente debe estar al centro de toda política pública en salud. No importa el color del gato, sino que cace ratones, decía Deng Xiaoping , primer ministro chino para justificar el milagro económico, que saco a más de cien millones de chinos de la pobreza. Aquí tenemos un problema porque hay una vieja escuela de salubridad pública que tiene el concepto que debe ser el Estado por intermedio de sus seguros públicos el que debe captar los pacientes en un concepto de seguro único para que tengan acceso igualitario y oportuno a los seguros de salud. Me pregunto ¿es esta una forma eficiente de asignación de recursos? Los números son claros, con solo el 20% de las camas hospitalarias el sector privado atiende el 50% de todos los pacientes y la mitad de las consultas Fonasa en el sistema de libre elección ¿es viable eliminar el sistema privado en salud? ¿mejora la atención a los pacientes el sistema único? Aquí hay un concepto muy ideologizado de asamblea universitaria “salud igualitaria para todos”, concepto que todos compartimos, pero hay otras herramientas con que se puede conseguir un mejor objetivo. Un sistema mixto con participación público y privada con financiamiento directo de los pacientes y subsidios del Estado en una tabla de compensación de riesgo para que sea el paciente el que tenga la capacidad de elegir libremente el prestador “de por sí” mejora la gestión.

Finalmente, no puedo dejar de mencionar la inconstitucional Sentencia de la Tercera Sala de la Corte Suprema, porque nuestro Código Civil establece que los fallos afectan solo a los incumbentes y no son de carácter general como lo interpretó el ejecutivo, situación planteada oportunamente por el Observatorio Judicial. Este es un problema de larga data desde los años 2000 en que varios ministros de la Corte hicieron ver la conflictividad del sistema de reajustabilidad privado que nunca fue corregido por el ejecutivo ni legislativo y dio origen la Resolución del Tribunal Constitucional del año 2010 que judicializó el sistema y atocho de causas la Corte y traspasó el problema al ejecutivo, produciendo un grave problema en toda la salud en Chile.

Soy escéptico en que se vaya a avanzar mucho en la solución de los problemas de la salud por la oposición de los gremios a la modernización, el exceso de ideologismo, ausencia de una visión de Estado, falta de liderazgo político. Los problemas de la salud tienen un componente importante en la gestión. Es hora de que las asociaciones de enfermos en especial los pacientes con cáncer tengan un rol más activo.


Jaime Calderón Riveros
Ingeniero Comercial
Santiago, noviembre 15, 2024

Pd. Este artículo está inspirado en esos pacientes que pasan horas en la camilla de una ambulancia porque en el hospital no hay camas y reflejan la dramática situación de la salud pública. Uno de esos puede se tu madre y en estos tiempos de individualismo extremo hay que tener empatía con los problemas sociales.

Artículo publicado en El Mostrador el 20 de noviembre del 2024