jueves, 18 de diciembre de 2025

Salud: ¿Coraje político o seguimos en lo mismo?

Jaime Calderón Riveros
Ingeniero Comercial (Fen U de Chile)


Chile es un gran país y su gente es maravillosa. Un ejemplo de ello es Iván Moreno López, quien fue el primer atleta chileno en cronometrar 10 segundos en los 100 metros planos. Participó en los Juegos Olímpicos de Tokio 1964 y México 1968 en las pruebas de 100 y 200 metros, siendo reconocido como “el atleta blanco más rápido del mundo”.

Recientemente, y después de cumplir 75 años, logró concretar el sueño de todo maratonista: completar las World Marathon Majors (WMM) —Tokio, Boston, París, Londres, Berlín y Nueva York— ganando su serie en esta última con 82 años. ¡Qué ejemplo de vida!

Soy corredor aficionado y en alguna carrera he tenido el privilegio de compartir ruta con él. Llego a mi casa y digo, con orgullo algo insolente: “corrí con Iván Moreno López, atleta olímpico” … claro que bastante más atrás. Un lindo sueño.

Cuento esta historia porque en Chile tenemos sueños pendientes, y uno de ellos —grave, muy grave— es la salud. Resulta inaceptable que, para el nivel de desarrollo que ha alcanzado el país, existan más de dos millones de personas en listas de espera, más de quince mil pacientes con cáncer con atención diferida, y que treinta mil chilenos mueran cada año esperando una consulta con un especialista o una cirugía. Todo esto mientras observamos inversiones hospitalarias subutilizadas, un intento por destruir el sistema de salud privado sin mayor defensa —salvo contadas excepciones— y una preocupante indiferencia colectiva.

Me pregunto si seguiremos anclados en el discurso de que el Estado es dueño de los pacientes, negándoles el derecho básico de elegir libremente su seguro de salud, sea público o privado, traspasando esa decisión al burócrata de turno. Existe una vieja escuela de sanidad pública formada en los años 50, época de grandes hospitales y maestros que dejaron un legado invaluable, el cual debemos respetar. Pero respetar no significa no avanzar. Hoy contamos con herramientas modernas de tecnología, gestión y economía que no estamos utilizando.

Incluso el NHS inglés, cuna de la salud universal, ha debido evolucionar e incorporar seguros privados para enfrentar las listas de espera. Un camino más eficiente sería subsidiar directamente a las personas, garantizando acceso oportuno y equitativo, sin discriminación ni exclusiones por preexistencias. Un sistema donde lo público y lo privado colaboren para eliminar las listas de espera. La libre elección del seguro es la piedra angular para comenzar a avanzar en salud.

Resulta inconcebible que, con el nivel actual de desarrollo informático, persista el fraude en licencias médicas sin que se activen alertas oportunas. Existen múltiples estudios y recursos invertidos en la modernización del Estado, pero en salud no se avanza. Predominan los intereses corporativos de los gremios por sobre el interés del paciente, que debiera ser el eje central de toda política pública sanitaria.

No podemos seguir con un ministerio anclado en el pasado. Se requiere un Ministerio de Salud 2.0: con vicepresidencias ejecutivas por áreas, un ministro con visión estratégica apoyado por un equipo multidisciplinario reducido, hospitales con gerencias profesionales, directorios capaces de atraer inversión privada y filantrópica, e incorporación de los trabajadores de la salud en los resultados, mejorando sus condiciones económicas y fortaleciendo la carrera funcionaria y mejorando su productividad. Es necesario concesionar no solo la construcción hospitalaria, sino también la gestión integral de la red pública de salud. Hay un grave problema con las compras públicas en salud. La modernización del Estado es urgente.

La educación sanitaria y la prevención deben ser el foco del gasto en salud. Incorporar tecnología preventiva —mamografías, colonoscopias, diagnóstico por imágenes— en un sistema financiado por los sectores público y privado. Un sistema nacional preventivo articulado a través de Cesfam, mutuales de seguridad, Cajas de Compensación y la red hospitalaria, con énfasis en medicina familiar, nutrición, actividad física y salud mental. Programas como Elige Vivir Sano, Sonrisa Mujer o Sonrisas que Sanan deben fortalecerse.

Chile enfrenta graves problemas de obesidad infantil, alcoholismo juvenil y drogadicción. Cabe preguntarse si un servicio militar social remunerado, como en Israel, podría ser una herramienta eficaz de Estado para mejorar la sanidad pública y la cohesión social.

Se necesita liderazgo político, visión de largo plazo, trabajo en equipo y un gran acuerdo público-privado que permita avanzar en salud y dejar atrás el ideologismo. Existe un fuerte establishment que impide los cambios necesarios para poner la salud a la altura del desarrollo de Chile. La tarea es urgente y, con la llegada de un nuevo gobierno, se abre una nueva oportunidad. Que Dios ilumine al nuevo Gobierno.

Comencé esta columna relatando una bella historia. Ahora los dejo: voy a entrenar, a mejorar mi ritmo, con la esperanza de que en alguna carrera vuelva a divisar a Iván Moreno López, aunque sea de lejos.
De sueños vive el hombre; una vida sin sueños es triste y gris.


Santiago, 18 de diciembre de 2025


Artículo publicado en El Libero del domingo 21 de diciembre.

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