martes, 2 de diciembre de 2025

La salud, el gran ausente del debate presidencial

Jaime Mañalich Muxi
Ex ministro de Salud

Jaime Calderón Riveros
Ingeniero Comercial (FEN, Universidad de Chile)


En plena campaña presidencial, cuando la ciudadanía exige soluciones concretas en seguridad, migración y empleo, hay un tema que brilla por su ausencia: la salud. Y no por falta de urgencia. Chile atraviesa una de las crisis sanitarias más profundas de las últimas décadas, fruto de políticas erradas, estructuras anacrónicas y un sistema de seguridad social diseñado para un país que ya no existe.

A ello se suma un fenómeno preocupante: gremios con poder de veto capaces de bloquear reformas necesarias, y una confusión conceptual persistente entre “salud” —bienestar integral— y “medicina”, cuyo foco es curar. La salud moderna requiere equipos multidisciplinarios, desde médicos, enfermeras y matronas, hasta ingenieros, arquitectos y economistas. Sin embargo, hemos permitido que voluntarismos, dogmatismos y liderazgos autorreferentes nos conduzcan a un escenario crítico.

El cambio de gobierno abre una oportunidad que no podemos desperdiciar. En salud conviven dos actores que deben ser aliados y no adversarios: los pacientes, que deben estar al centro, y los trabajadores del sistema, que lo sostienen día a día. Sin una alianza entre ambos, cualquier reforma está condenada al fracaso.


1. La decisión que ninguna campaña quiere enfrentar

La piedra angular de una reforma real es una definición simple y, al mismo tiempo, políticamente incómoda:
¿Seguiremos con un seguro único estatal que “posee” a los pacientes, o permitiremos que las personas elijan libremente entre seguros públicos y privados?

Esta no es una discusión ideológica; es una discusión sobre dignidad, libertad y eficiencia. El rol del Estado debe centrarse en subsidiar directamente a las personas, para que elijan el seguro que mejor responda a sus necesidades. Esa sola medida mejora la asignación de recursos y reduce inequidades.


2. Un Estado en salud del siglo XXI

La estructura sanitaria pública requiere una modernización profunda. No es posible gestionar un sistema complejo con un Ministerio diseñado para la realidad de 1960. Se necesita una orgánica moderna, con vicepresidencias ejecutivas y un ministro apoyado por un consejo multidisciplinario, capaz de pensar estratégicamente.

Los hospitales deben migrar hacia gobiernos corporativos profesionales, con gerencias capaces de atraer inversión privada y filantrópica, transparentar resultados y generar incentivos para mejorar productividad. Concesionar la red hospitalaria no es un dogma, es una herramienta. Sin incentivos adecuados, ningún sistema mejora.

Además, la ficha clínica digital interoperable es urgente. No es un lujo tecnológico: es una vía rápida para reducir listas de espera, optimizar pabellones y gestionar cirugías en tiempo real. A esto se suma la necesidad impostergable de un sistema independiente de evaluación de licencias médicas.


3. La prevención: el frente donde Chile sigue perdiendo

La mayor parte de los problemas sanitarios no nace en los hospitales, sino en la ausencia de educación y prevención. La medicina china lo entendió hace siglos: lo eficaz es actuar antes de que la enfermedad aparezca.

Chile necesita construir una Red Preventiva Nacional, que integre Cesfam, mutualidades y hospitales, apoyada por tecnología diagnóstica —mamografías, colonoscopías, ecografías— y por equipos de salud familiar, nutrición, salud mental, deporte y salud bucal. La prevención no puede seguir siendo el eslogan de siempre: debe ser el centro del modelo.


4. Un seguro catastrófico universal

Para enfermedades de alto costo, la respuesta debe ser simple y solidaria: un seguro catastrófico universal y obligatorio, que proteja a todas las personas sin distinción.


5. Cuidar a quienes nos cuidan

La violencia contra trabajadores de la salud sigue aumentando. Urge un programa robusto que fortalezca la carrera funcionaria y proteja efectivamente a quienes sostienen el sistema. Sin ellos, no hay reforma posible.


Chile lleva años estancado. La salud no puede seguir ausente del debate presidencial ni de la agenda pública. Modernizar el sistema no es una opción técnica: es un imperativo moral y una condición para el desarrollo.

Chile es un gran país. Merece un sistema de salud a su altura.


Santiago, 1 de diciembre de 2025



Columna publicada en El Mercurio el 3 de diciembre del 2025
Link https://www.elmercurio.com/blogs/2025/12/03/129716/el-gran-ausente-del-debate.aspx



viernes, 28 de noviembre de 2025

“¡Esta no me la va a ganar!”: Una Reflexión sobre el Futuro de la Salud Pública en Chile

Jaime Calderón Riveros
Santiago, noviembre 28, 2025


La salud en Chile atraviesa un momento crítico, marcado por un sistema público que sigue enfrentando profundas dificultades. La propuesta del actual Gobierno de un monopolio estatal sobre el seguro de salud, y su impulso hacia una “salud igualitaria para todos” a través de un sistema único, ha chocado con la realidad de un país con una infraestructura mixta: un fuerte sector privado, seguros complementarios, hospitales públicos colapsados, y una clase política que parece carecer de liderazgo. La falta de una visión a largo plazo está generando un sistema de salud que no solo es ineficiente, sino también peligroso para los pacientes. Hay variedad de caminos para el mismo objetivo.

El resultado es claro: millones de pacientes en listas de espera, más de quince mil pacientes oncológicos con tratamientos postergados, miles de cirugías aplazadas y un promedio alarmante de treinta mil muertes anuales. Sin embargo, el tema de la salud sigue ausente de los debates presidenciales, y la crisis sigue sin ser abordada con la seriedad que merece. Frente a este panorama, me siento en la obligación de presentar una propuesta constructiva que, desde una actitud positiva y realista, plantee soluciones concretas.


1. El Modelo de Salud: ¿Monopolio Estatal o Competencia Abierta?

Uno de los grandes temas del debate actual es si debemos permitir que el Estado se convierta en el único proveedor de salud, eliminando la opción de seguros privados. Aunque la “salud igualitaria” es una meta noble, la realidad en Chile exige un sistema que combine lo público y lo privado para maximizar recursos y mejorar el acceso.

La clave es fomentar la competencia a través de un sistema de seguros complementarios. En lugar de imponer un monopolio estatal, debemos ofrecer subsidios directos a las personas según su nivel de ingresos, lo que les permitiría elegir el seguro que mejor se adapte a sus necesidades. Este modelo también promovería la participación de las empresas y las cajas de compensación, ampliando las opciones de cobertura.


2. La Modernización del Estado: Una Necesidad Urgente

La promesa de modernizar el sistema de salud ha sido una constante, pero los avances concretos han sido limitados. Los gremios de la salud, a menudo con poder político significativo, se oponen a cualquier reforma que perciban como una invasión de sus prerrogativas. Sin embargo, la solución no es retroceder ante la resistencia, sino entender que la salud es un esfuerzo multidisciplinario, que no solo involucra a médicos, sino también a enfermeras, arquitectos, economistas y otros profesionales.

Para avanzar, propongo los siguientes cambios estructurales:
  • Crear un ministerio de salud con una estructura orgánica clara, con vicepresidencias ejecutivas y una comisión de expertos multidisciplinarios.
  • Digitalizar toda la red de salud, con una ficha única universal interoperable, que incorpore tecnologías emergentes. Licencias médicas independientes.
  • Concesionar los hospitales públicos bajo gobiernos corporativos y con gerencias profesionales, para garantizar la eficiencia y transparencia.
  • Racionalizar el sistema de compras públicas, de modo que se optimicen los recursos. Transparentar financiamiento sociedades científicas.


3. Educación y Prevención: El Camino hacia una Salud Proactiva

Uno de los pilares fundamentales para mejorar la salud pública en Chile es la educación sanitaria y la prevención. No basta con tratar enfermedades; debemos prevenirlas desde sus primeras etapas. Esto implica promover programas de salud preventiva en todos los niveles, desde los centros de salud familiar hasta las mutualidades y cajas de compensación.

Es urgente implementar medidas como:
  • La promoción de la salud bucal y mental.
  • La prevención de enfermedades crónicas, como la obesidad infantil y el alcoholismo juvenil.
  • Fomentar la actividad deportiva como una herramienta de salud pública.
  • Introducir el servicio militar social remunerado, como un medio para educar y formar hábitos saludables.


4. Capacitación y Formación de los Profesionales de Salud

La formación de los profesionales de la salud debe ser una prioridad nacional. Esto no solo incluye a médicos, sino también a todos los actores involucrados en el cuidado de la salud, como enfermeras, técnicos biomédicos y personal administrativo. La capacitación continua es clave, especialmente en el uso de nuevas tecnologías.

Es fundamental que los decanos de las facultades de medicina trabajen junto con las autoridades sanitarias para garantizar que los programas de formación estén alineados con las necesidades del sistema de salud. Además, debemos asegurar una distribución equitativa de los campus clínicos y fortalecer la formación en áreas rurales y regiones con menos acceso a la salud.


5. Red Hospitalaria Domiciliaria: Un Modelo Innovador

La expansión de la red hospitalaria domiciliaria es una estrategia que no solo mejora la calidad de vida de los pacientes, sino que también optimiza el uso de los recursos hospitalarios. Fomentar este modelo puede liberar camas en los hospitales y reducir la presión sobre el sistema, al mismo tiempo que se ofrece un trato más personalizado y cercano a los pacientes.


6. La Carrera funcionaria: Mejorar las Condiciones de los Trabajadores de la Salud

Es urgente mejorar las condiciones laborales de los profesionales de la salud, tanto en términos salariales como en cuanto a la seguridad en el trabajo. La violencia contra los trabajadores de salud es una realidad innegable, por lo que debemos elevar las penas para los agresores. Además, se debe fomentar la participación de los profesionales en la toma de decisiones sobre la gestión de los hospitales, incentivando la productividad mediante modelos de gobiernos corporativos.


7. Seguro Universal Catastrófico: Protegiendo a las Familias

Uno de los mayores riesgos en el sistema de salud es la falta de protección frente a enfermedades de alto costo. Un seguro universal catastrófico, que cubra enfermedades raras y tratamientos extremadamente costosos, sería un avance importante en la protección social. Este tipo de seguro no se resuelve con marchas ni con discursos, sino con una política de Estado seria y estructurada.


Un Futuro Mejor para la Salud en Chile

El sistema de salud que heredará el próximo gobierno estará plagado de desafíos, pero también de oportunidades. La clave para superarlos está en poner a las personas en el centro de todas las políticas públicas, con un enfoque en la prevención, la educación y la eficiencia. Chile merece un sistema de salud más justo, más moderno y accesible. No podemos seguir estancados en un sistema de seguridad social obsoleto. Los obstáculos son grandes, pero no insuperables. Y como bien dijo una paciente oncológica, “¡esta no me la va a ganar!”


(1) “Esta no me la va a ganar” es el comentario de un paciente oncológico sencillo operado en un hospital público entrando a una radioterapia.




Artículo publicado en El Libero de domingo 30 de noviembre del 2025
Link https://ellibero.cl/tribuna/esta-no-me-la-va-a-ganar-una-reflexion-sobre-el-futuro-de-la-salud-publica-en-chile/

jueves, 20 de noviembre de 2025

En nombre de Dios y de la ciencia

Por Jaime Calderón Riveros
Ingeniero Comercial (FEN – U. de Chile)

“En nombre de Dios y de la ciencia”, me respondió un distinguido médico cuando le señalé un grave error técnico en una decisión de salud. Su reacción resume un problema profundo: durante décadas, la improvisación, el voluntarismo, las presiones gremiales y el peso de ciertas personalidades han dominado un sector que exige rigor, evidencia y gestión moderna. Las consecuencias están a la vista: millones de personas en listas de espera, miles de cirugías postergadas y más de quince mil pacientes oncológicos sin atención oportuna. Paradójicamente, estudios recientes muestran que el sector privado, con la mitad de los recursos, atiende un número similar de pacientes. Todo esto mientras el presupuesto público en salud se ha duplicado en diez años, síntoma evidente de un enfermo mal diagnosticado.

No responsabilicemos a médicos ni trabajadores de la salud. Su labor, muchas veces heroica, merece el más alto reconocimiento. El problema es sistémico: una institucionalidad rígida, un enfoque de salud pública que no incorporó avances tecnológicos, administrativos ni económicos, y una confusión conceptual persistente. Salud no es lo mismo que medicina: la primera es equilibrio y prevención; la segunda, la ciencia de curar. Resolver esta crisis requiere arquitectos, ingenieros, economistas, enfermeras, matronas, médicos y muchos otros profesionales trabajando de manera integrada.

Tampoco hubo liderazgo ni coraje político para detener ni acusar a los jueces por la inconstitucional resolución de la Tercera Sala de la Corte Suprema, que según el Observatorio Judicial constituye una grave alteración del orden democrático al reinterpretar la ley. Esta crisis se incubó por años: la falta de corrección oportuna del mecanismo de reajustabilidad del sistema privado en los 2000, advertido en su momento por ministros de la Corte; la resolución del Tribunal Constitucional de 2010 que terminó por judicializar el sistema y el traspasar del problema al Ejecutivo. Todo ello derivó en la crisis integral que hoy enfrentamos.

Pero no hay noche que no termine en amanecer. La crisis actual debe invitarnos a reflexionar. Todos queremos un sistema de salud mejor para Chile, más allá de las diferencias políticas. Y para avanzar, debemos enfrentar tres debates fundamentales.


1. El sistema debe poner al paciente en el centro

El juramento hipocrático es claro: “La salud de mis pacientes será la prioridad de mi trabajo.” Sin embargo, ese espíritu se ha ido perdiendo. Hoy la discusión se concentra en si debemos avanzar hacia un seguro único estatal —como propone el actual gobierno, con un monopolio público y el sector privado relegado a un “segundo piso”— o hacia un modelo donde los pacientes elijan libremente a su prestador, público o privado.

Algunos economistas defienden el seguro único como mecanismo de racionalización del gasto. Pero surge una pregunta esencial: ¿puede un burócrata asignar recursos mejor que las propias personas? La libre elección, por sí misma, tiende a generar una asignación más eficiente.

La alternativa es subsidiar directamente al paciente, permitiéndole decidir dónde atenderse. Éste es el primer nudo que debemos desatar.


2. Modernizar el Estado: un desafío postergado por décadas

Aunque la modernización del sector público ha sido ampliamente estudiada, el área de salud suele quedar fuera por su complejidad, pese a ser una de las más costosas junto con educación. Intentos como el Informe Caldera, liderado por el exministro Carlos Massad, fueron sistemáticamente bloqueados por gremios que se oponen a cualquier cambio.

Sobran ejemplos: la paralización del programa de concesiones, que junto con el plan AUGE durante el gobierno del expresidente Lagos habría significado un avance relevante y cuya detención retrasó proyectos emblemáticos —como el Hospital Salvador— por más de diez años, por razones estrictamente ideológicas. La oposición del Colegio Médico a la fiscalización de licencias médicas, semanas antes de que la Contraloría revelara un fraude masivo —incluido un médico con más de 21 mil licencias—. La decisión de instalar en Providencia una sede del Hospital Félix Bulnes, con altos costos de traslado de pacientes y personal. O hospitales multimillonarios aprobados por dos ministerios que hoy no cumplen normas básicas de arquitectura hospitalaria.

Modernizar exige decisiones estructurales: reformar el Ministerio con una visión macro respaldada por una comisión multidisciplinaria; concesionar la red hospitalaria; implementar ficha clínica única y licencias médicas digitales mediante concesiones; corregir el sistema de compras públicas —hoy con severos sobregastos—; profesionalizar la gestión con directorios corporativos; y permitir que los hospitales capten inversión privada y donaciones.


3. Educación sanitaria y prevención: la salud no está en el hospital

La salud se construye en el entorno, no en el hospital. Por ello, urge un Plan Nacional Preventivo que integre el trabajo de mutualidades, centros de salud familiar y la red hospitalaria, con recursos dirigidos a reforzar la medicina familiar.

Chile necesita políticas sólidas en nutrición, actividad física, salud mental, salud bucal y una legislación más estricta sobre alimentos. Debemos también prepararnos para el gran desafío demográfico: el rápido envejecimiento de la población.

Y debemos cuidar a quienes cuidan. Se requieren políticas claras de protección para los trabajadores de la salud, fortalecer la carrera funcionaria y establecer mecanismos efectivos contra las agresiones.

Finalmente, un seguro universal catastrófico debe proteger a las familias frente a enfermedades graves, bajo un sistema solidario que evite la ruina financiera por razones de salud.


Un diagnóstico claro para un futuro posible

La crisis sanitaria que vivimos es resultado de un diagnóstico errado durante años, marcado por dogmas, improvisación y gestión desvinculada de la evidencia. Pero salir de esta crisis es posible si logramos un acuerdo amplio, con políticas públicas centradas en el paciente y no en ideologías o intereses corporativos.

Chile merece un sistema de salud digno, moderno y eficiente. Las soluciones existen; lo que falta es voluntad y liderazgo político para implementarlas.


Santiago, 20 de noviembre de 2025


Mail: jcalderonr@fen.uchile.cl WhatsApp +56 9 98797195



Artículo publicado en El Mostrador el domingo 23 de noviembre de 2025

viernes, 24 de octubre de 2025

REFORMA DE SALUD: CORAJE Y GENEROSIDAD

El sistema de salud debe ocupar un lugar importante en el debate público. No basta con deseos inalcanzables ni promesas de corto aliento haciendo más de lo mismo. Se requiere una transformación profunda que inevitablemente trascenderá los ciclos políticos.

El diagnóstico es inequívoco: el sistema de salud chileno necesita una reforma estructural que valore los derechos de los pacientes. En primer lugar, es imperativo avanzar hacia un modelo de colaboración público-privada que garantice el derecho a elegir libremente el sistema de aseguramiento con un financiamiento mixto que asegure acceso igualitario, oportuno y de calidad. Fonasa debe evolucionar hacia un gran asegurador nacional abierto a delegar funciones, a mutualizar riesgos con aseguradores e Isapres y promover eficiencia y libre elección.

En segundo lugar, resulta esencial la modernización del Estado en gobernanza, gestión y tecnología. No es aceptable que, pese a un aumento del 400% real del gasto público en las últimas dos décadas, persistan listas de espera, retrasos en tratamientos críticos como el cáncer y una infraestructura hospitalaria subutilizada. La planificación sanitaria debe considerar tanto la inversión inicial, como los costos operacionales de los establecimientos hospitalarios y ambulatorios, más allá de la construcción de nuevos recintos sin evaluación rigurosa. Casos como los hospitales Rengo, Melipilla, Institutos de Neurología y del Cáncer, Del Salvador, Antofagasta, entre varios otros con retrasos manifiestos son un llamado de atención que no puede ignorarse.

En tercer lugar, la excesiva dependencia de los hospitales al MINSAL, la politización de los gremios y la falta de gestión deben abordarse con una nueva visión estratégica, multidisciplinaria y respaldada por un marco jurídico moderno. Es imperioso concesionar la gestión de redes hospitalarias y ambulatorias y mejorar las compras públicas, junto a un robusto servicio de telemedicina y un sistema informático interoperable. Asimismo, aquellos establecimientos que mantengan administración estatal deberán contar con directorios profesionales responsables de rendir cuentas, innovar y atraer inversión. En materia de licencias médicas se deberán establecer nuevas normas que desestimulen su uso, involucren al empleador y fortalezcan la institucionalidad del COMPIN con obligaciones de rendición de cuenta pública del gasto en ese beneficio social.

En cuarto lugar, la prevención y la educación sanitaria debe convertirse en uno de los pilares del sistema, aunque su implementación requiere indefectiblemente un desarrollo simultáneo de la gestión hospitalaria. Proponemos la creación de un sistema nacional preventivo, articulado con otros ministerios (Educación, Transportes y Economía), municipalidades, mutualidades y hospitales, que enfrente desafíos como la obesidad infantil, el síndrome la drogadicción, accidentes del tránsito, la salud mental y bucal, especialmente en los sectores más vulnerables.

No menos importante es avanzar hacia un nuevo estatuto del trabajador sanitario, que promueva el desarrollo profesional, reconozca el mérito y proteja a los funcionarios de agresiones, aunque asimilado al Código del Trabajo.

En suma, el próximo gobierno deberá garantizar la libertad de elección en salud de sistemas que combinen cobertura universal, protección financiera y equidad, con propuestas de salud basadas en el rigor técnico y económico. No se trata de ideología, sino de coraje y generosidad: coraje para enfrentar a quienes por años han defendido el statu quo y los intereses corporativos, y generosidad para impulsar reformas cuyos frutos serán cosechados por gobiernos venideros.


Rafael Caviedes Duprà. Ex director de Fonasa. Máster en Economía (U. de Navarra)
Jaime Calderón Riveros Ingeniero Comercial (Fen U de Chile)



Madrid/Santiago, octubre 24, 2025



Columna de El Mercurio del lunes 10 de noviembre del 2025
Link https://www.elmercurio.com/blogs/2025/11/10/129245/reforma-de-salud-coraje.aspx



jueves, 16 de octubre de 2025

SALUD Y SANIDAD: MÁS QUE UN ESLOGAN

Jaime Calderón R.
Rafael Caviedes D.


La salud debe ser reconocida como un derecho fundamental y abordada como política de Estado más allá de coyunturas partidarias.


La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no únicamente la ausencia de enfermedad. Se trata de un concepto dinámico, complejo y multifactorial, influido por determinantes biológicos, sociales, ambientales y conductuales. En cambio, la sanidad corresponde al conjunto de servicios, instituciones y políticas públicas orientadas a garantizar el acceso a las prestaciones médicas, preservar y mejorar la salud de la población. Incluye la atención primaria, hospitales, campañas de prevención, regulación sanitaria y vigilancia epidemiológica.

En Chile, como en muchos países, ambos conceptos se suelen mezclar. Esta confusión lleva a reducir la sanidad a una cuestión exclusivamente médica, ignorando su carácter interdisciplinario. El sistema sanitario involucra no solo a profesionales clínicos (médicos, enfermeras, matronas), sino también a economistas, ingenieros, arquitectos, gestores y otros actores que contribuyen al diseño, implementación y evaluación de políticas sanitarias.

Es fundamental comprender que la salud no depende exclusivamente de la infraestructura hospitalaria ni del número de funcionarios. Su construcción responde a múltiples determinantes: condicionantes socioeconómicos, antecedentes genéticos, estilos de vida, entorno físico y acceso efectivo a servicios de prevención, promoción y atención integral. La medicina familiar, la educación sanitaria y la promoción de hábitos saludables son pilares esenciales en este enfoque.


Indicadores Críticos de Salud en Chile

La situación epidemiológica nacional refleja desafíos estructurales. La obesidad afecta al 42% de la población, evidenciando fallas en políticas de alimentación y actividad física. El consumo nocivo de alcohol alcanza al 42% de los adultos, con un 26% de prevalencia entre jóvenes de 18 a 24 años. El envejecimiento poblacional plantea exigencias crecientes al sistema, especialmente en enfermedades crónicas como el cáncer y neuropsiquiátricas, pues contribuyen al deterioro de los años de vida ajustados por discapacidad. La salud bucal, históricamente relegada, continúa siendo una deuda sanitaria con impacto directo en la calidad de vida. Asimismo, debe abordarse el sobre uso del reposo médico, el que duplica las tasas de uso al comienzo de este siglo.

Estos datos confirman que la salud debe abordarse desde una perspectiva integral, superando el enfoque curativo y reconociendo su dimensión social, económica, preventiva y comunitaria.


Sistema Mixto: Tensiones y Oportunidades**

Chile opera bajo un modelo mixto de provisión de servicios de salud muy imperfecto. Si bien, el sistema privado atiende el 47% de las prestaciones (con solo el 20% de las camas) estas se financian principalmente mediante gasto directo de los usuarios o seguros voluntarios. De hecho, Chile es uno de los países de la OCDE con mayor gasto de bolsillo. Esta segmentación se explica, en parte, por una asignación arbitraria e ineficiente de los subsidios fiscales, puesto que se dirigen solo a la oferta institucional pública y no a las personas como debería ser, ajustados por riesgo y capacidad de pago.

Ello queda ampliamente demostrado pues, a pesar del importante incremento presupuestario del sector público en los últimos 25 años, la baja productividad y subutilización de infraestructura crítica -como pabellones quirúrgicos- ha limitado la capacidad resolutiva del sistema público. Según la Comisión Nacional de Productividad, una gestión más eficiente hubiese permitido reducir significativamente las listas de espera.


Modernización del Estado: Una Necesidad Estratégica**

La transformación del sistema de salud requiere una modernización institucional profunda. Este proceso ha sido obstaculizado por estructuras de cogobierno gremial que dificultan la implementación de reformas. No obstante, muchas experiencias internacionales exitosas como la colaboración público-privada y la transformación digital en hospitales públicos demuestran que es posible caminar hacia modelos más eficientes.

Es imprescindible crear un Ministerio de Salud con enfoque técnico, visión estratégica y asesoría multidisciplinaria. Por su parte, la gestión hospitalaria debe independizarse de la captura política de los gobiernos de turno, profesionalizarse mediante un marco jurídico adecuado, directorios técnicos, orientados por criterios clínicos, de ingeniería sanitaria y de innovación continua, alejados de interferencias políticas.

La reforma del Estatuto Administrativo y Municipal, junto con la modernización del modelo de gestión financiera, son condiciones necesarias. Asimismo, la tecnología actual hace posible implementar la interoperabilidad de la historia clínica única. Del mismo modo, se debe avanzar en la creación de un nuevo seguro de licencias médicas, con administración y financiamiento independiente al de salud, totalmente digital y controlado mediante IA. Finalmente, se debe fomentar la inversión privada pero no sólo mediante concesiones de infraestructura, sino que se debe progresar en las concesiones de gestión clínica “de bata blanca” con esquemas basados en pagos capitados y resultados clínicos según calidad y oportunidad, que garanticen la equidad en el acceso y promuevan la innovación, la competencia y el servicio al paciente.


Prevención: Pilar de la Salud Pública

La prevención debe constituir el eje central de toda política sanitaria. Para ello, es prioritario fortalecer los Centros de Salud Familiar como puerta de entrada al sistema, integrarlos con la red hospitalaria y desarrollar un Sistema Nacional de Salud Preventiva. En comunas, donde sea pertinente, también se deben considerar las concesiones de atención primaria, para mejorar la cobertura, la innovación y la eficiencia.

La educación sanitaria debe institucionalizarse como política pública. Programas de medicina familiar, del adulto mayor, nutrición, salud mental y actividad física deben formar parte de una estrategia nacional articulada. La creación de centros especializados en salud mental es urgente ante el aumento sostenido de patologías neuropsiquiátricas.


Hacia un Sistema Universal y Oportuno

La equidad en el acceso a servicios de salud debe ser el principio rector. Esto implica transitar hacia un sistema de seguros universales, con libertad de elección entre seguros públicos y privados, y subsidios estatales ajustados por riesgo e ingreso. La implementación de un seguro catastrófico obligatorio, de nuevas formas de concesiones de gestión, un nuevo marco jurídico para la administración financiera de los establecimientos de salud y un estatuto especial, flexible, similar a las leyes laborales para los trabajadores sanitarios del SNSS y municipales, son medidas claves para garantizar justicia sanitaria.

La salud debe ser reconocida como un derecho fundamental y abordada como política de Estado, más allá de coyunturas partidarias. Un sistema centrado en la persona, basado en la prevención y en la gestión eficiente de recursos, es esencial para garantizar el bienestar de la población.




Rafael Caviedes Duprà                                              Jaime Calderón Riveros
Master Economía U. Navarra                          Ingeniero Comercial (Fen U. de Chile)





Artículo publicado en El Libero el domingo 19 de octubre del 2025 

miércoles, 24 de septiembre de 2025

Los nudos de la salud en Chile

Por Jaime Calderón Riveros
Ingeniero Comercial (FEN – Universidad de Chile)

La situación del sistema de salud en Chile es dramática. Millones de pacientes se encuentran en listas de espera, miles de cirugías han sido postergadas, y más de quince mil personas con cáncer ven sus tratamientos dilatados. Esto, a pesar de que el gasto público en salud se ha duplicado en términos reales durante la última década, según datos de la Dirección de Presupuestos.

El sistema enfrenta un colapso funcional que el próximo gobierno deberá abordar con urgencia y decisión. Hay cinco grandes nudos que deben resolverse para modernizar la salud pública y orientarla hacia el ciudadano.


1. El paciente en el centro del sistema

Toda política pública en salud debe tener como eje al paciente, quien debe poder elegir libremente el seguro en el que desea atenderse. Sin embargo, esta visión choca con una concepción antigua que promueve el monopolio del Estado en la atención, limitando la libertad de elección y, en muchos casos, provocando un uso ineficiente de los recursos.


2. Modernización del Estado en salud

Modernizar el Estado ha sido una consigna repetida pero poco ejecutada, especialmente en el sector salud, donde los gremios ejercen una fuerte resistencia. Esta transformación tiene varias dimensiones:
  • Visión interdisciplinaria: La salud no es solo medicina, sino también prevención, gestión, tecnología y planificación. Se requiere una autoridad sanitaria con una mirada amplia, apoyada por un comité consultivo de expertos en medicina, epidemiología, enfermería, economía, arquitectura hospitalaria e ingeniería (faltan los Edgardo Boeninger, Carlos Massad, Ricardo Lagos en salud)
  • Transformación digital: Es urgente implementar una ficha clínica única, universal y digital; un sistema de control transparente de listas de espera; y una plataforma electrónica independiente para las licencias médicas. Este ambicioso proyecto debe desarrollarse mediante concesiones que incorporen inversión privada.
  • Reorganización institucional: El Ministerio de Salud necesita una estructura moderna, con vicepresidencias ejecutivas especializadas en áreas clave como prevención, desarrollo de enfermedades, arquitectura sanitaria y gestión hospitalaria. Los hospitales deben operar como unidades económicas con directorios corporativos y gerencias profesionales, orientadas a la productividad y eficiencia.
  • Formación y distribución de capital humano: La capacitación en nuevas tecnologías y ciencias de la salud, así como la gestión de campus clínicos, debe ser una política de Estado desarrollada en conjunto con las Facultades de Medicina. Las sociedades científicas deben enfocarse en su rol académico y evitar vínculos económicos con proveedores.
Lamentablemente, soy escéptico respecto a los avances en esta área, considerando experiencias pasadas como los diez años que tardó la implementación de la tabla única de factores tras el fallo del Tribunal Constitucional en 2010, o la resistencia gremial al “Informe Caldera” del exministro Carlos Massad que modernizaba el sector. Más recientemente, el Colegio Médico se opuso a la fiscalización poco antes de revelarse un millonario fraude por parte de la Contraloría.


3. Prevención como pilar del sistema

Es imperativo desarrollar un gran plan nacional preventivo en salud, que articule la red hospitalaria, los CESFAM y las mutualidades. Debemos tomar el ejemplo de culturas milenarias como la china, que enseñan a “actuar antes de que la enfermedad aparezca”. Exámenes como diagnóstico por imágenes, mamografías, colonoscopias y ecografías deben estar integrados al sistema de manera sistemática. Problemas como la obesidad infantil, el alcoholismo juvenil, la salud bucal y la salud mental requieren una estrategia estructural y preventiva ¿Es el servicio militar social remunerado una herramienta del Estado para enfrentar el grave problema de la drogadicción y alcoholismo juvenil?


4. Protección al personal de salud

El personal sanitario merece seguridad laboral y una carrera funcionaria clara. Se necesita con urgencia un Estatuto de los Trabajadores de la Salud que garantice derechos, estabilidad e incentivos para el desarrollo profesional, fortaleciendo así uno de los pilares del sistema.


5. Seguro catastrófico obligatorio

Finalmente, se debe establecer un seguro único catastrófico obligatorio que proteja a las familias ante enfermedades de alto costo, que muchas veces significan la ruina económica tras una vida de trabajo. Esta medida, enmarcada en los principios de la seguridad social, debe basarse en la solidaridad más que en la confrontación o en las protestas, por más justificadas que sean.


El sistema de salud es complejo, diverso y profundamente humano. Afecta directamente la vida de las personas y, por tanto, debe ser tratado con altura de miras. Resulta inaceptable que, en pleno siglo XXI, no sepamos con certeza cuántos pacientes esperan atención, que las licencias médicas estén sumidas en el desorden y fraude, o que se use la salud como trampolín político.

Es hora de actuar con generosidad, visión de futuro y responsabilidad. La salud de Chile no puede seguir esperando.



Santiago, setiembre 24, 2025



Artículo publicado en El Libero el domingo 28 de setiembre del 2025
Link Los nudos de la salud en Chile - El Líbero

lunes, 4 de agosto de 2025

Concesiones en Salud: El Rol de la Ingeniería en la Modernización del Estado

Jaime Calderón Riveros (Ingeniero Comercial Fen U de Chile)
Santiago, agosto 4, 2025


El sistema de concesiones ha sido un motor clave en la modernización de Chile, permitiendo el desarrollo de infraestructura estratégica en diversas áreas como autopistas, puertos, cárceles, salud. Esta política pública comenzó en 1993, bajo la gestión del entonces ministro de Obras Públicas Ricardo Lagos Escobar, y alcanzó su mayor impulso durante el gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle (1994–2000). A través de este modelo, el Estado licita a privados la construcción, operación y mantenimiento de obras públicas a cambio de una tarifa, todo en el marco de contratos de largo plazo.

Este sistema ha permitido implementar soluciones eficientes en contextos donde el Estado no dispone de los recursos suficientes para ejecutar proyectos directamente. Basta imaginar el impacto que habría tenido el crecimiento del parque automotor sin la red de autopistas urbanas concesionadas. Entre 1993 y 2022, se adjudicaron más de 100 contratos por un total de 27 mil millones de dólares, de los cuales el 75% se destinó a autopistas, y solo un 10% al ámbito hospitalario. Para el período 2024–2028, el Ministerio de Obras Públicas proyecta licitar 24 nuevos proyectos por un valor estimado de 17,6 mil millones de dólares. Hoy, el sistema de concesiones representa el 0,3% del PIB, incentivando fuertemente la inversión privada.


Concesiones en Salud: Un Aporte Decisivo

La incorporación del modelo de concesiones al sector salud ha sido más compleja y controversial. Un ejemplo paradigmático es el Hospital del Salvador, cuya concesión estuvo lista para firmarse al final del gobierno de Ricardo Lagos, pero fue detenida por la administración siguiente debido a la presión de gremios del sector y razones ideológicas. Este retraso implicó más de una década de demora; actualmente, se espera que el hospital entre en funcionamiento recién en 2026.

En 2009, se lanzó un ambicioso plan de concesiones hospitalarias por U$ 900 millones de dólares, incluyendo al Hospital del Salvador, el Hospital Sótero del Río y el Hospital Félix Bulnes. Desde entonces, se han sumado nuevos proyectos, y hoy existen 18 hospitales concesionados en ejecución, los cuales representan aproximadamente el 10% de las camas del sistema hospitalario nacional.

Según informes del Ministerio de Salud y del Ministerio de Obras Públicas, estos hospitales han costado hasta un 30% menos que los construidos mediante métodos tradicionales. Por ejemplo, el Hospital de Maipú tuvo un costo de 46,1 UF/m² y el del Salvador, 40 UF/m², comparado con los 58,5 UF/m² de construcciones públicas convencionales. Asimismo, presentan un 13% de menores costos totales y un 12% de reducción en los tiempos de ejecución.

A pesar de estos beneficios, el 80% de los proyectos ha sufrido retrasos, principalmente por problemas de diseño y coordinación entre el MINSAL y el MOP.


Desafíos y Mejora del Sistema de Concesiones en Salud

El principal desafío es comprender que la salud pública es un ámbito multidisciplinario. A menudo se confunde con la medicina —enfocada en sanar—, pero la salud es mucho más: implica el equilibrio orgánico y la prevención, y requiere la participación de médicos, enfermeras, arquitectos, ingenieros, economistas y otros profesionales. Esta diversidad de actores es una de las causas de la descoordinación institucional que afecta los proyectos concesionados.

Además, existe una resistencia histórica por parte de los gremios de la salud. Algunos sectores, inspirados en la escuela de salubridad pública de los años 50, consideran que el Estado debe no solo financiar, sino también proveer directamente los servicios. Desde esta perspectiva, se cuestiona que el paciente pueda elegir libremente a qué sistema de salud afiliarse, limitando la apertura a modelos mixtos.

Otro punto crítico es la falta de coordinación técnica. Las especificaciones para el equipamiento médico —a menudo copiadas de catálogos sin mayor análisis— generan sobrecostos y distorsiones. No es raro encontrar equipos de alto valor almacenados durante años en bodegas hospitalarias porque no se consideró su instalación, operación o mantención. Aquí, el rol de la ingeniería y la arquitectura hospitalaria es fundamental, no solo en el diseño físico, sino en la planificación estratégica de la red asistencial.


Hacia Nuevas Concesiones en Salud: Un Proyecto Informático Nacional

En pleno siglo XXI, resulta inaceptable que Chile no cuente con una base de datos precisa de pacientes en listas de espera. Casos como el fraude en licencias médicas o la falta de una ficha médica electrónica universal exponen un sistema que requiere urgente modernización.

Proponemos un proyecto informático nacional que digitalice y conecte todos los niveles del sistema de salud, integrando exámenes, diagnósticos e historiales clínicos en una sola plataforma interoperable. Este proyecto —el más ambicioso en décadas— podría ser desarrollado mediante concesiones, incorporando inversión privada y gestión eficiente.


Conclusión

El sistema de concesiones ha demostrado ser una herramienta efectiva para la modernización del país, y su aplicación al ámbito de la salud no debería ser la excepción. Si se superan las resistencias ideológicas y se mejora la coordinación interinstitucional, el potencial transformador de este modelo podría entregar un sistema de salud más eficiente, moderno y justo para todos los chilenos. La ingeniería, como disciplina integradora y resolutiva, tiene aquí un rol protagónico en el diseño del futuro.


Fuentes:
  • CPI: Cuenta Pública 2005–2022
  • Dirección General de Concesiones (COPSA): Informes Oficiales 1993–2002
  • Proyección cartera MOP 2024–2028 (Biblioteca)
  • Ministerio de Salud

Artículo publicado el El Libero el 27 de agosto de 2025
Link Concesiones en salud: ingeniería y modernización del Estado - El Líbero

viernes, 25 de julio de 2025

El Láser en Dermatología: Tecnología, Mercado y Consideraciones para su Elección

Por Jaime Calderón Riveros


Panorama del Mercado Global

Se estima que para el año 2024 el mercado de los láseres dermatológicos se moverá entre los US$ 3.500 millones y US$ 4.200 millones, con un crecimiento sostenido proyectado para los próximos años. El grupo Cynosure-Lutronic lidera actualmente el sector, con ventas cercanas a los US$600-U$ 800 millones, seguido por Candela, Lumenis y Cutera, cuyas ventas oscilan entre US$ 400 y US$ 800 millones.

Fabricantes como Alma Laser y Fotona manejan cifras anuales entre US$ 100 y US$ 400 millones. Por su parte, el mercado chino se estima en US$ 800 millones y se proyecta que alcanzará los US$ 2.100 millones en 2030, impulsado por una fuerte industrialización local.


Principales Fabricantes y Tecnologías

1. Cynosure-Lutronic (EE.UU.)

Tras la adquisición de Lutronic, Cynosure consolidó su liderazgo. Entre sus principales equipos destacan:
  • PicoSure: único láser dermatológico de picosegundo con tecnología Alexandrita 755 nm. Su lente fraccional no ablativa Focus está aprobada por la FDA para tratar pigmentaciones, arrugas y cicatrices de acné. Su eficacia en tatuajes se debe a su múltiple longitud de onda (532 nm, 755 nm, etc.).
  • Elite+: combina Alexandrita 755 nm y Nd:YAG 1064 nm para depilación, lesiones vasculares y foto-rejuvenecimiento.
  • eCO2 (Lutronic): láser fraccional ablativo de CO2 para cicatrices, rejuvenecimiento y léntigos.
  • Icon (Palomar): plataforma que incluye láser no ablativo de 1540 nm, Nd:YAG 1064, láser Er:YAG 2940 nm y diversos módulos IPL. Palomar fue pionero en el desarrollo del IPL.
  • Hollywood Spectra: láser Q-Switched de 532/1064 nm, muy popular en redes sociales por su efecto inmediato. Se usa en melasma, tatuajes y rejuvenecimiento.
  • Revlite (Cynosure/Hoya ConBio): láser Q-Switched con tecnología PTP, el más citado la literatura médica. Opcionalmente, se le agregan piezas Dye 585 y 650 nm.

2. Lumenis (Israel)

Lumenis, reconocido por su innovación (incorporó la línea Sharplan, pioneros en CO2):
  • Stellar M22: plataforma con cuatro tecnologías (IPL, láser no ablativo 1565 nm, Nd:YAG 1064, Q-Switched) para tratar desde tatuajes hasta estrías.
  • LightSheer (Duet, Quattro): sistemas de depilación con longitudes de onda de 805 y 1060 nm para grandes áreas y distintos fototipos.
  • UltraPulse Alpha: láser de CO2 fraccional ablativo, considerado el estándar en su categoría, aunque con un alto costo.

3. Candela (EE.UU.)

Candela es líder en tratamientos vasculares:
  • GentleMax Pro: combinación de Alexandrita 755 nm y Nd:YAG 1064 nm para depilación, pigmentaciones y lesiones vasculares.
  • Vbeam / Perfecta / Vbeam Prima: láser de colorante pulsado 595 nm ideal para rosácea, telangiectasias y marcas vasculares.
  • PicoWay: láser de picosegundo con longitudes de 532, 730, 785 y 1064 nm (sin Alexandrita 755 nm).

4. Alma Laser (Israel)

Destacado por sus sistemas de depilación y su presencia comercial en Chile.
  • Soprano ICE/Platinum: tecnología SHR para depilación con longitudes combinadas (755/810/1064 nm).
  • Plataforma Harmony PRO: incluye múltiples tecnologías como Q-Switched Nd:YAG, láser fraccional Er:YAG, láser no ablativo 1540 nm, IPL y diodo 520 nm.

5. Deka (Italia)

Es parte del grupo industrial El.En de Florencia, Italia.
  • SmartXide DOT/TRIO: láser de CO2 con tecnología DOT, y en su versión TRIO incorpora radiofrecuencia.

6. Cutera (EE.UU.)

Empresa que cotiza en la Bolsa con fuerte enfoque en dermatología:
  • Excel HR: láser dual (Alexandrita 755 nm + Nd:YAG 1064 nm) para depilación, pigmentaciones y vasculares.

7. Fotona (Eslovenia)

Famosa por su fuerte inversión en I y D con varios Ph en láser que incorporan innovación en estética, odontología y ginecología:
  • TimeWalker 4D: tecnología Er:YAG no ablativa para rejuvenecimiento facial, pigmentaciones y líneas finas.

8. Sciton (EE.UU.)

Empresa de California con fuerte I+D y equipos durables:
  • Plataforma Joule/JouleX: sistema modular con hasta 10 aplicaciones clínicas, desde CO2, BBL, peelings hasta tratamientos vasculares.

9. Tecnología China

Con más de una decena de fabricantes confiables (ej. ApoloMed), ofrecen:
  • Láseres CO2 con tubo cerámico (mayor duración)
  • IPL con RF con excelentes resultados con notable economía de costos.
  • Nd:YAG 532/1064 nm y láseres de picosegundo
  • Equipos de menor costo con resultados clínicos similares a los occidentales en aplicaciones básicas

Cómo Elegir la Tecnología Adecuada

Se deben considerar tres variables clave:
  • Patologías para tratar: ¿Melasma, cicatrices, rejuvenecimiento, acné, tatuajes, lesiones vasculares? Definir claramente que patologías se quieren abordar.
  • Tamaño y tipo de institución: Consulta pequeña, centro estético o hospital de alta complejidad. Es básico entender esto.
  • Respaldo tecnológico y experiencia comprobada (internacional y local).

Recomendaciones Prácticas por Tecnología
  • CO2 fraccional: Para rejuvenecimiento y léntigos. Recomendamos equipos económicos con tubo cerámico como el HS-811 de ApoloMed. Si se desea invertir más, considerar Lutronic CO2e o Deka SmartXide. Para aplicaciones de microcirugía o grandes centros hospitalarios que tengan presupuesto, el CO2 Ultrapulso.
  • 532/1064 nm: Para melasma, pigmentaciones y tatuajes. El Revlite de Cynosure sigue siendo líder confiable. Alternativa: Hollywood Spectra.
  • 755/1064 nm: Efectivo en depilación, pigmentaciones y lesiones vasculares. Candela GentleMax Pro y Cynosure Elite son líderes.
  • Picosegundo: El Picosure (único con 755 nm Alexandrita) sigue siendo el más efectivo. De lo contrario se recomiendan alternativas chinas que ofrecen buena relación precio/calidad.
  • IPL: Alma Soprano es confiable pero costoso. El modelo HS-665 ApoloMed ofrece mismos resultados a menor precio.
  • Plataformas combinadas: Icon de Palomar y Stellar M22 de Lumenis son destacables y confiables El nuevo Sciton Joule ofrece buena innovación, aunque su futuro no se conoce por posibles fusiones. Demasiadas tecnologías en un equipo, a veces es problemático y no siempre han sido exitosas.


Aspectos Éticos y de Gestión

La decisión de invertir en tecnología médica debe considerar factores técnicos y éticos:
  • Objetivo claro: ¿Qué patologías queremos abordar realmente?
  • Evitar conflictos de interés: Patrocinios, comodatos y precios inflados en insumos para que los pacientes financien los equipos deben ser transparentes y regulados.
  • Falta de formación técnica en compras públicas: urge integrar ingenieros biomédicos e ingenieros técnicos en procesos decisionales, no relegarlos a los subterráneos de los hospitales.
  • Propuesta práctica: Reuniones abiertas con 3–4 proveedores principales, usuario final y gerencia, con presentaciones simultáneas, breves pero informadas.


Conclusión

La tecnología láser en dermatología ha avanzado notablemente, pero su correcta incorporación requiere una mirada técnica, ética y estratégica. En Chile, contamos con proveedores confiables como Torregal que ha trabajado muy bien la línea Alma Laser, MCI Spa que introdujo la tecnología israelí en láser de CO2, la cirugía refractiva (Lasik), el primer proyecto público en retinopatía diabética entre otros. Otros proveedores como ATM surgieron de levantar líneas a MCI (Tecnolaser en ese tiempo) e IMV hizo lo mismo con ATM. El libre emprendimiento, la competencia y la honradez y ética son pilares de una economía de mercado. El problema de la globalización con compras y recompras de empresas es otro problema. En mi opinión, se deberían promover holding de servicios para mejorar la atención técnica y evitar la atomización. En relación con la tecnología china se aconseja comprar a fabricantes y no intermediarios que envían equipos sin ningún registro, número serie, año fabricación. Esto debería ser detenido por las aduanas. El asesor tecnológico en salud a nivel de directorio es un aporte trascendente en las organizaciones de salud modernas.

Mejorar la salud en Chile es tarea de todos.



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Santiago, julio 25, 2025



lunes, 21 de julio de 2025

Del legado del Dr. Monckeberg al colapso del sistema: La urgente necesidad de un acuerdo nacional en salud

Por Jaime Calderón Riveros
Ingeniero Comercial (FEN U. de Chile)

Santiago, 21 de julio de 2025


En la década de 1970, Chile enfrentaba una crisis sanitaria alarmante: la desnutrición infantil afectaba al 70% de los niños y la esperanza de vida apenas superaba los 39 años. En ese sombrío panorama, emergió una figura clave: el Dr. Fernando Monckeberg Barros. Su enfoque multidisciplinario, basado en la prevención y la atención primaria, transformó radicalmente la salud pública del país.

“Fue producto de las circunstancias”, dijo alguna vez. Pero su labor estuvo lejos de ser casual. Monckeberg promovió políticas públicas integrales que incluyeron acceso a agua potable, saneamiento, vacunación, control del niño sano y fortalecimiento de la atención primaria. En 1975 fundó el Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA), entendiendo que la desnutrición era más que falta de comida: era un síntoma del subdesarrollo.

Un año después creó la Corporación para la Nutrición Infantil (CONIN), que no solo proporcionaba alimentación, sino también estimulación afectiva y apoyo integral a niños con desnutrición severa. El impacto fue profundo: la tasa de desnutrición infantil cayó de 200 por mil a solo 7 por mil. Se trata de uno de los casos más exitosos de políticas de salud pública en América Latina.


Del hambre a la obesidad: la nueva pandemia invisible

Hoy, sin embargo, el país enfrenta un desafío opuesto, pero igual de preocupante: la obesidad infantil. El Dr. Fernando Vio del Río la ha definido como “la pandemia invisible”, por su avance silencioso pero devastador. Esta condición, vinculada a enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión y problemas de salud mental, amenaza con triplicar el gasto público en los próximos años.

A ello se suma el alarmante aumento del consumo de alcohol en jóvenes: según SENDA, el 53% de los estudiantes que bebe se embriagó al menos una vez en el último mes, lo que a su vez facilita el uso de drogas como marihuana y pasta base.

La salud mental también está en crisis: un 24,6% de los chilenos sufre trastornos como ansiedad o depresión, según estudios de la UC y la Asociación Chilena de Seguridad. Y en salud bucal, el panorama no mejora: el 62% de la población considera su salud dental como regular o mala.


Un sistema al borde del colapso

Todo esto ocurre en un sistema de salud tensionado al máximo. Las listas de espera alcanzan cifras dramáticas, con millones de pacientes sin atención oportuna. Más de 15.000 personas con cáncer no han recibido tratamiento a tiempo. El retraso en cirugías es generalizado.

Y aunque el gasto público en salud ha crecido un 79% en la última década —con un récord histórico de un billón de pesos en 2024, según la DIPRES—, esa inversión no ha traído mejoras proporcionales en calidad o cobertura. El sistema parece haber llegado a un punto de inflexión.


¿Cómo avanzar hacia una solución real?

La respuesta no es sencilla. Durante décadas, Chile ha improvisado en salud pública. Las soluciones han sido parches, atrapadas entre ideologías, gremios politizados y una academia que no ha incorporado adecuadamente los avances tecnológicos, administrativos de la economía moderna.

Además, decisiones judiciales como la controvertida resolución de la Tercera Sala de la Corte Suprema —alertada por el Observatorio Judicial— han generado una profunda incertidumbre jurídica, afectando la inversión privada, que ha sido un pilar importante del sistema. Ni el Poder Ejecutivo ni el Legislativo mostraron el liderazgo necesario para corregir esta situación.

Frente a este panorama, proponemos cuatro pilares para una reforma real:

1. El paciente al centro
Toda política debe girar en torno al paciente. Debe poder elegir libremente entre seguros públicos o privados. Como decía pragmáticamente Deng Xiaoping: “No importa el color del gato, sino que cace ratones”.
 
2. Modernizar el Estado
Es necesario reformar profundamente el Ministerio de Salud, con liderazgo técnico y político. Se requieren hospitales con directorios profesionales, red hospitalaria modernizada vía concesiones, fichas clínicas universales, y un sistema digital robusto para licencias médicas electrónicas, y gestión sanitaria.

3. Invertir en prevención
La clave está en focalizar el gasto en programas preventivos con herramientas modernas como diagnóstico por imágenes, mamografías, colonoscopias y medicina familiar. Es urgente crear un Sistema Nacional Preventivo de Salud, coordinado por la red hospitalaria, los CESFAM y las mutualidades. Medicina familiar y planes de alfabetización sanitaria son esenciales para avanzar en salud.

4. Un seguro catastrófico universal y protección al personal de salud
Debemos establecer un seguro catastrófico que proteja a los ciudadanos ante enfermedades graves. Además, urge crear un Estatuto del Trabajador de la Salud que garantice carrera funcionaria y protección ante agresiones.


Hacia un gran acuerdo nacional en salud

Chile necesita una política de salud de Estado, no de gobierno. Una visión a largo plazo, justa, centrada en las personas, sin discriminación ni burocracia paralizante. Un pacto transversal que integre a médicos, enfermeras, matronas, ingenieros, arquitectos, economistas… y, por supuesto, a los pacientes.

Nos hacen falta figuras con liderazgo técnico y político, como Edgardo Boeninger, Carlos Massad, Ricardo Lagos, Fernando Monckeberg o Eduardo Frei Ruiz-Tagle. Más que expertos, necesitamos coraje político.

Como dijo un pensador: “Todo fue dicho ya. Pero como nadie escucha, hay que empezar de nuevo”. Es hora de escuchar y actuar. Chile no puede seguir esperando.


Artículo publicado en El Libero el 10 de agosto de 2025

lunes, 7 de julio de 2025

Salud: el gran desafío del próximo gobierno

En Chile, parece que el drama de la salud pública ha dejado de conmovernos. La reciente fallida licitación de los seguros complementarios de Fonasa es solo una muestra más de una crisis estructural que, lejos de solucionarse, se agrava por decisiones erráticas y falta de liderazgo político.

El programa de gobierno actual propuso un seguro único, relegando a los seguros privados a un rol secundario. Sin embargo, la inconstitucional resolución de la Tercera Sala de la Corte Suprema generó una crisis mayor. La reacción del Ejecutivo, al interpretar el fallo como una deuda inexistente del sistema privado, generó una incerteza jurídica que ha puesto en jaque la inversión y el funcionamiento del sistema de salud completo. Más allá de las posturas ideológicas, este episodio representó una falta grave de conducción política y de respeto por los principios democráticos, como lo advirtió oportunamente el Observatorio Judicial.

Como país, seguimos fallando en lo más básico: diagnosticar correctamente el problema. Todos coincidimos en que el paciente debe tener acceso igualitario y oportuno a la atención médica. Sin embargo, el sistema mixto que hoy existe, con una alta inversión privada (que atiende cerca del 50% de las consultas), coexiste con una infraestructura pública muchas veces subutilizada. Según la Comisión Nacional de Productividad, aumentar los horarios de pabellón podría elevar la productividad hasta un 47%, lo que impactaría directamente en las listas de espera.

El verdadero problema es de gestión y visión. Nuestro sistema de salud parece atrapado en una lógica obsoleta, anclada en una escuela de salud pública que no ha sabido adaptarse ni a la tecnología ni a los modelos modernos de gestión. Un ejemplo paradigmático: los hospitales públicos no cuentan con directorios ni gerencias, a pesar del enorme presupuesto que administran.

Además, se avecina un cambio demográfico profundo. Hacia el año 2050, se proyecta que uno de cada cuatro chilenos tendrá más de 65 años, lo que modificará completamente el perfil epidemiológico del país. ¿Estamos preparados para eso?

He planteado en múltiples columnas, muchas veces como voz solitaria por no pertenecer a partidos ni grupos de poder, algunos ejes básicos para avanzar hacia un sistema más eficiente, moderno y humano:

1. El paciente al centro
Debe poder elegir libremente a qué sistema pertenecer, público o privado, con un subsidio estatal directo que acompañe esa decisión. Así se promueve la competencia y se optimiza el uso de recursos. No podemos repetir casos como el del menor de San Antonio, que no fue derivado por razones ideológicas.

2. Modernización del Estado
Urge una transformación digital completa: ficha médica única, control centralizado y transparente de listas de espera, un sistema independiente de licencias médicas. Se debe concesionar la red hospitalaria, dotar a los hospitales de directorios y gerencias, y reformular la estructura del Ministerio de Salud con instancias ejecutivas y un consejo consultivo multidisciplinario.

3. Prevención en serio
Un plan nacional de salud preventiva que incluya a Cesfam, mutualidades y hospitales, incorporando tecnologías como diagnóstico por imágenes ecografías, mamografías, colonoscopias entre otras. Urge enfrentar problemas graves como la obesidad infantil, el alcoholismo juvenil y los trastornos de salud mental. También se requiere alfabetización sanitaria y educación nutricional desde la escuela.

4. Seguro catastrófico universal
Debe cubrir enfermedades de alto costo y riesgo, con un Estatuto para los Trabajadores de la Salud que dignifique su carrera y los proteja frente a agresiones.

No podemos seguir postergando los graves problemas de salud en Chile. El próximo gobierno tendrá la responsabilidad histórica de enfrentar con decisión, gestión y humanidad una de las mayores deudas sociales del país. La salud no puede seguir siendo un campo de disputas ideológicas: es un derecho esencial y un bien público que debemos cuidar con visión, evidencia y compromiso.



Jaime Calderón Riveros
Ingeniero Comercial (Fen U Chile)

Santiago, 7 de julio de 2025



Artículo publicado en El Libero el 7 de julio de 2025
Link Salud: el gran desafío del próximo gobierno

domingo, 15 de junio de 2025

Salud en Chile: Un Estado fallido

Dieter Linneberg Arancibia (Economista FEN UCH)
Jaime Calderón Riveros, (Ingeniero Comercial FEN UCH)


Los números son tan elocuentes como alarmantes: en 2024, más de 2,9 millones de personas están en listas de espera en el sistema público de salud chileno, de las cuales 1,8 millones corresponden a consultas de especialidad y más de 350.000 a intervenciones quirúrgicas. Entre ellas, al menos 15.000 personas diagnosticadas con cáncer esperan tratamiento, según datos del Ministerio de Salud y el Observatorio de Gasto Fiscal.

Mientras tanto, el gasto en salud como porcentaje del PIB ha aumentado desde 7,2% en 2013 a cerca del 10,1% en 2023, lo que posiciona a Chile por sobre el promedio latinoamericano, pero aún por debajo del promedio de países OCDE, que ronda el 12,9%. A pesar del mayor gasto, la percepción ciudadana respecto a la calidad del sistema ha empeorado: según la Encuesta CEP (2023), un 73% considera que la salud pública está “colapsada” o “en crisis”. ¿Cómo es posible que estemos peor, invirtiendo más?.

Los informes del Ministerio de Salud muestran una institucionalidad sobrepasada, incapaz de garantizar una atención oportuna y digna. El sistema está estancado en paradigmas obsoletos, sin capacidad de adaptación ni visión estratégica. Tenemos un enfermo en estado crítico, y los tratamientos aplicados hasta ahora no solo han sido ineficaces, sino que parten de diagnósticos errados.

Uno de los problemas de fondo es la confusión entre salud y medicina. Mientras la salud implica prevención, bienestar y acceso, la medicina solo entra cuando hay que curar. Sin embargo, el enfoque actual ha reducido una problemática multidisciplinaria a una mirada puramente médica, dejando fuera a actores clave como enfermeros, matronas, nutricionistas, ingenieros, arquitectos y economistas de la salud.

Seguimos operando con una visión sanitaria de los años 50, ignorando herramientas básicas de la gestión moderna, la tecnología y la economía. El resultado es un modelo que concentra el poder en el Estado, limitando la libertad de elección de los pacientes y desincentivando la competencia y la eficiencia.

Los gremios también han ejercido una influencia desmedida, obstaculizando reformas estructurales urgentes. El caso del Hospital del Salvador, prometido hace más de dos décadas y proyectado para 2026, es una muestra clara de esta parálisis. La modernización iniciada con el Plan AUGE fue interrumpida por razones ideológicas, y el país aún paga el costo de ese retroceso.

Frente a esto, urge una visión de Estado que se funde en consensos mínimos y acciones concretas. Algunas propuestas:

1. El paciente al centro: Se requiere un sistema mixto, donde lo público y lo privado coexistan, y cada persona pueda elegir libremente su prestador. Países como Holanda y Alemania han logrado combinar seguros sociales con proveedores públicos y privados con buenos resultados.

2. Ficha clínica universal y sistema electrónico de licencias médicas: Chile cuenta con algunos avances, como el sistema Rayén (implementado en APS en más de 260 comunas), pero no existe interoperabilidad con hospitales ni clínicas privadas. Una propuesta concreta sería expandir un estándar de interoperabilidad HL7 o FHIR a nivel nacional, mediante una alianza público-privada. Estimaciones del BID para iniciativas similares en América Latina sugieren costos de entre 4 a 7 USD por habitante, lo que en Chile implicaría una inversión inicial de entre 70 y 130 millones USD.

La Clínica Alemana y Red Salud UC han implementado historias clínicas electrónicas interoperables dentro de sus redes internas. Estas experiencias podrían ser replicadas o escaladas con apoyo del Estado para lograr un sistema nacional compartido.

3. Prevención como prioridad: Para enfrentar con éxito desafíos como la obesidad (que afecta a más del 74% de la población adulta), la salud mental (1 de cada 4 chilenos presenta síntomas de depresión según la ENS) o el consumo de drogas, se necesita un sistema basado en la educación sanitaria, la medicina familiar y el trabajo comunitario.

4. Seguro catastrófico universal: Que proteja a las familias ante enfermedades de alto costo, y evite su quiebra financiera. Países como Corea del Sur y Japón han implementado esquemas de copago máximo familiar, lo que da certidumbre financiera a los hogares.

5. Nuevo estatuto para los trabajadores de la salud: Que combine estabilidad laboral con incentivos a la innovación, la productividad y la mejora continua. Modelos como el NHS inglés, que premia mejoras en eficiencia y calidad con incentivos no monetarios, podrían servir como referencia.

Chile envejece, y con ello sus desafíos sanitarios se multiplican. No podemos seguir postergando las soluciones. Como decía Barros Luco con su conocida ironía: “Cuando el problema es muy grande, mejor no hacer nada y nombrar una comisión”. Hoy no podemos darnos ese lujo.

Somos un país con capacidad de progreso. Permitir que nuestro sistema de salud siga colapsando es, simplemente, inaceptable.



Fuentes consultadas


Artículo publicado en El Mostrador el 15 de junio de 2025

viernes, 30 de mayo de 2025

Licencias médicas: la punta del iceberg de un sistema de salud en crisis

Dieter Linneberg Arancibia (Economista Fen UdeCh)
Jaime Calderón Riveros (Ingeniero Comercial Fen UdeCh)


La reciente crisis por el aumento explosivo de licencias médicas fraudulentas ha encendido las alarmas en el país. Sin embargo, este fenómeno representa solo la punta del iceberg de una problemática mucho más profunda que afecta estructuralmente a nuestro sistema de salud. En otras palabras, el fraude en licencias no es el problema en sí, sino el síntoma visible de un modelo colapsado, mal gestionado y sin visión de Estado.

En la última década, el gasto en salud en Chile ha pasado del 7,2% del PIB en 2013 al 10,1% en 2023. Este aumento sitúa al país por encima del promedio latinoamericano, pero aún por debajo de la media de los países OCDE, que alcanza un 12,9%. A pesar de esta mayor inversión, los resultados no son alentadores. Hoy enfrentamos una realidad alarmante: 2,9 millones de personas en listas de espera, de las cuales 1,8 millones esperan por una consulta de especialidad; más de 350 mil cirugías postergadas; y lo más grave, más de 15 mil pacientes con cáncer que han visto retrasado su tratamiento. Estas cifras no solo reflejan ineficiencia, sino también una amenaza directa a la vida y dignidad de miles de chilenos.


Un sistema mal diagnosticado

La salud en Chile es un enfermo mal diagnosticado con muchas improvisaciones, decisiones fragmentadas, voluntarismos, parches que no responden a una estrategia sanitaria de largo plazo. A pesar de que contamos con un desarrollo económico considerable, el sistema de salud no ha sido capaz de modernizarse al mismo ritmo. Seguimos sin una ficha clínica universal, sin sistemas digitales eficientes, sin control en listas de espera, y con una gestión insuficiente.

Las soluciones deben ir mucho más allá del control del fraude. Requieren una transformación profunda del sistema. Para ello, se proponen cinco ejes estratégicos que deben guiar la reforma de la salud pública en Chile:


1. Poner al paciente en el centro

Durante décadas, el paciente ha sido el gran olvidado. Las políticas públicas parecen girar en torno a las instituciones y no a las personas. No importa si la atención proviene del sector público o privado; lo que realmente importa es que el sistema funcione y mejore la calidad de vida de quienes lo necesitan, sin prejuicios ni sesgos ideológicos.

Como decía Deng Xiaoping: “No importa de qué color sea el gato, lo importante es que cace ratones”. El paciente debe estar primero, siempre.


2. No confundir salud con medicina

Uno de los errores más comunes es tratar los desafíos del sistema de salud solo desde la perspectiva médica. La salud es un estado de equilibrio orgánico y ausencia de enfermedades y medicina se refiere a un conjunto de herramientas cuyo objetivo es sanar al paciente.

Resolver los problemas estructurales de la salud requiere un enfoque multidisciplinario: médicos, enfermeras, matronas, profesionales de la salud, ingenieros, arquitectos, economistas, informáticos y gestores deben trabajar en conjunto para repensar el sistema desde sus cimientos.


3. Modernizar el Estado y su estrategia sanitaria

El Estado necesita actualizarse. La demografía está cambiando: para el año 2026, el 20% de la población tendrá más de 60 años; y para 2050, superará el 32%. Este cambio traerá un nuevo perfil epidemiológico, con enfermedades crónicas y de larga duración que requieren un enfoque distinto al actual.

Se necesita un sistema sanitario con visión de Estado, liderado por autoridades con una mirada macro, respaldadas por consejos técnicos y profesionales. Se deben crear vicepresidencias ejecutivas, gerencias hospitalarias, modernizar FONASA orientándolo al paciente, y avanzar de manera urgente hacia una ficha clínica única, un sistema electrónico de licencias médicas y una red digital integrada con una ficha única universal para hacer realidad el anhelado hospital digital, donde el sistema de concesiones es un camino de financiamiento.


4. Fortalecer un sistema mixto en salud y dar certeza jurídica

Chile tiene un sistema de salud mixto, donde lo público y lo privado trabajen en colaboración, como quedó demostrado en la pandemia. La libertad del paciente para elegir su prestador no solo es un derecho, sino que genera una mejor asignación de recursos y mejora la calidad del servicio. Los monopolios, sean públicos o privados, terminan generando ineficiencia y desigualdad.


5. Priorizar la prevención

En los años 60, el doctor Fernando Monckeberg y el INTA fueron capaces de erradicar la desnutrición infantil mediante una política pública integral. Hoy, enfrentamos nuevos desafíos de salud pública: obesidad infantil, salud mental, consumo problemático de alcohol y drogas, y enfermedades dentales crónicas.

La prevención debe ser el eje central del gasto en salud. Esto incluye fortalecer exámenes preventivos como mamografías, colonoscopías, diagnósticos por imágenes, y desarrollar una red preventiva entre hospitales, mutuales y centros de salud familiar. Un sistema de concesiones público-privadas puede ser un aliado clave para impulsar esta transformación.


Medidas complementarias urgentes

Además de estos ejes, es imprescindible:
  • Crear un seguro universal catastrófico que proteja a los pacientes ante enfermedades graves.
  • Aprobar un Estatuto del Trabajador de la Salud que fomente la carrera profesional, dignifique el trabajo en salud y proteja a los funcionarios de agresiones.

Una crisis nacional

No es posible que Chile, que ha tenido avances importantes en tantas áreas, continúe arrastrando una crisis sanitaria estructural de esta magnitud. Con el envejecimiento poblacional y la baja natalidad, los desafíos del sistema de salud solo se agravarán si no se toman medidas desde ahora.

Esta es una responsabilidad colectiva, y todos —autoridades, profesionales, universidades, y ciudadanos— debemos contribuir para que la salud deje de ser un lujo o una lotería, y se convierta en lo que realmente debe ser: un derecho garantizado y efectivo para todos.


Santiago, mayo 30, 2025


Artículo publicado en El Libero el 24 de mayo del 2025