Esta pandemia que afecta a la humanidad da
inicio a una nueva era que es muy equivalente a la época de la post-guerra
donde nacieron instituciones y planes de recuperación trascendentes en el
desarrollo de la economía mundial por décadas. Con posterioridad a la actual
crisis sanitaria y económica, que ha desnudado nuestras falencias cómo país,
nace un nuevo mundo lleno de oportunidades y esperanzas ¿seremos capaces en
salud de consensuar un nuevo sistema, en
función a los parámetros de la seguridad social, que de acceso igualitario y
oportuno a una buena salud a todos los chilenos?
Tener un buen sistema de salud no depende
de una elaborada redacción en un Tratado, Constitución o Programa de Gobierno, es
cosa de revisar las Constituciones de los países de América Latina, llenas de
derechos que difícilmente llegan a los usuarios o pacientes, incluido Chile
cómo lo demuestran las listas de espera, el abandono de la salud mental, nuestro débil sistema
público preventivo, la inequidad en un acceso igualitario entre otros. Depende fundamentalmente de ser capaces de
construir un sistema sanitario orgánico con una autoridad central que fije las políticas del sector fijando
ciertos parámetros esenciales y teniendo
a la “persona” (que se nos olvida mucho)
como eje de toda política de salud. La
Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas determina que
las salud es un derecho “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida que le
asegure, así como a su familia, salud y bienestar, incluyendo asistencia médica
y derechos a seguros en caso de enfermedad, viudez y vejez”.
Se dice que la milenaria cultura china paga a sus médicos cuando las
personas están sanas y no enfermas, a actuar “antes que se produzca la
enfermedad” y esto obedece a una cultura
filosófica orientada a estudiar el equilibrio del individuo entre su condición
espiritual, mental, física y del medio ambiente que prioriza
fundamentalmente la prevención y de ahí
su gran aporte a la medicina de occidente. Salud es “equilibrio
orgánico” y no es enfermedad y es definida por la Organización Mundial de la
Salud cómo “el estado en que un ser u
organismo vivo no tiene ninguna lesión ni padece ninguna enfermedad y ejerce
con normalidad sus funciones”.
Hay consenso en que debemos tener una Autoridad
Sanitaria Central, Ministerio de Salud, que dirija las políticas de la
salubridad de Chile, del que dependen los Servicios de Salud Públicos y su Red
Hospitalaria, los Hospitales y Clínicas Privadas, los Hospitales y Clínicas de
las Mutuales de Accidentes del Trabajo y los Hospitales y Clínicas de las FFAA.
Esto constituye lo que se denomina la Red
Hospitalaria de Chile. La Modernización
del Sector Público de acuerdo a los tiempos actuales, es tarea postergada
por años, donde debemos avanzar en tener un Ministerio de Salud con
Vicepresidencias Ejecutivas, Hospitales con Directorios y Gerencias con
políticas de gestión e incorporando a la “comunidad viva” (Fundaciones,
Empresas) que permite acceder a un enorme potencial de financiamiento, mejorar
el sistema de compras públicas donde hay un enorme sobre gasto, es sustantivo
para avanzar en salud. La verdad empírica es clara a modo de ejemplo mencionamos un estudio del Observatorio
Fiscal sobre eficiencia del gasto hospitalario que se hizo en 56 hospitales que
concluye que se pueden producir ahorros entre el 4,5% al 11,6% del presupuesto
anual de esos hospitales solamente mejorando la gestión (entre U$ 90 a U$ 236
millones) o un estudio de la Comisión de Productividad sobre Gestión
Hospitalaria ordenada por la ex Presidenta
Michael Bachelet Jeria y entregada al Presidente Sebastian Piñera
Echeñique que concluye que con solo U$ 100 millones extras se pueden efectuar
126 mil cirugías más sólo con optimizar el uso de pabellones. El gasto en
salud entre el 2012 al 2019 creció en Chile
un 8,1% real promedio, muy por sobre los países de la OCDE y sin embargo los
problemas siguen igual como lo demuestran los 45 mil pacientes en listas de
espera, que afecta a los más desposeídos o el alto endeudamiento hospitalario,
situación que se agrava con la actual pandemia.
Debemos modificar nuestro enfoque de la salud pública desde una orientación
de lo curativo a lo preventivo, donde
debe estar el foco del gasto en salud creando un “Sistema Nacional Preventivo
en Salud” con un Consejo a primer nivel que fije las políticas públicas
preventivas con objetivos quinquenales, decenales, que trascienda los Gobiernos
e integrando a las Mutuales de Accidentes del Trabajo y a la Red de
Consultorios Municipales, otorgando financiamiento directo del Gobierno
Central. Aquí está la “madre” de la gran batalla contra las enfermedades en
Chile. En los años 50 se detectó asertivamente los problemas de la salubridad
pública de la época por el Dr. Fernando Monckeberg Barros (creador del Inta)
fijando políticas públicas focalizadas logrando bajar las tasas de mortalidad
infantil del 82,2 por mil el año 70 al 7,8 por mil en la actualidad y la
desnutrición infantil del 15,5% el año 75 al 5,3% el año 93 que en la
actualidad es prácticamente inexistente pasando a otro problema de salubridad
pública que es la obesidad que ha crecido un 300% los últimos 30 años donde creció del 7,5% el año 1987, al 14,4% el
96, al 19,4% el año 2006 llegando al 24,4% el año 2019 según estudios de la
Junta Nacional de Escolar y Becas (Junaeb), que inciden los hábitos de la vida
moderna de los chilenos producto del crecimiento económico, la comida chatarra,
sedentarismo. Otro grave problema de salubridad
y principal factor de riesgo para la salud pública es el alcoholismo, en
especial en la juventud donde dos de cada tres escolares reporta consumo
excesivo de alcohol según estudios del Servicio Nacional del Consumo de Drogas
y Alcohol (Senda) y a nivel mundial el 25% de las defunciones entre 20 a 39
años se debe a episodios de alcohol según estudios de la Organización Mundial
de la Salud (OMS) que incide en episodios de violencia que hemos visto en Chile
en los últimos años . A estos problemas de salubridad pública se deben sumar el
práctico abandono de la salud mental de la agenda pública, el sedentarismos
consecuencia de la vida moderna ¿Cómo podemos enfrentar estos graves problemas
de la salubridad pública? Con una adecuada y perseverante política preventiva
con objetivos de largo plazo que trascienda los Gobiernos de turno y fortalecer
la educación sanitaria. Me pregunto ¿es una herramienta del Estado que el
Servicio Militar Social, los fines de semana, sea una herramienta de educación
y en especial de educación sanitaria y creación de hábitos deportivos que
además sea un encuentro de cohesión social? (Israel es un ejemplo). Médicos de
Familia, orientación del gasto a la salud primaria usando la tecnología como
diagnóstico por imágenes, ecotomografías, endoscopías entre otras como
herramientas de detección precoz de enfermedades. Programas focalizados cómo
Elige Vivir Sano, el aumento de parques y espacios libres, mejor y más
amigables ciudades, Programas de Salud Mental, Sonrisa Mujer entre otras. En
suma, la salubridad pública de Chile debe estar orientada a la prevención como
política central de salud. .
Se nos olvida que el eje de toda política pública en salud debe ser la persona o individuo cuando está
sano o paciente cuando está enfermo.
Este debe tener la libertad de “elegir libremente el prestador” donde en Chile
hay un grave problema de diseño que se traduce en que el 80% de los pacientes
están “cautivos” por el Estado obligados a atenderse en hospitales
públicos carentes de recursos y
especialistas y los pacientes privados tienen múltiples planes y prestadores
donde se produce una enorme inequidad en el acceso a una salud igualitaria ¿Por
qué no asignamos los recursos favoreciendo directamente a los más desposeídos? Es
sustantivo definir que los pacientes
puedan migrar sin carencias o barreras de entrada (pre-existencia, edad, etc.)
entre seguros públicos (Fonasa) y privados (Isapres) para lo cual se debe
implementar la ficha única universal
fijando el Estado las políticas y financiamiento a este respecto. El mundo
camina hacia sistemas mixtos público/privados y es un grave error fijar un
seguro único, que en la práctica es nivelar hacia abajo.
La tecnología
va a jugar un rol sustantivo en las políticas públicas de salud de los próximos
30 años donde van a cambiar las formas de diagnosticar y tratar enfermedades.
La robótica e inteligencia artificial va a permitir tener la experiencia no de
uno sin cirujano sino de miles de cirujanos mejorando el diagnóstico. El avance
del diagnóstico por imágenes mejora notablemente la detección precoz de
enfermedades, la nanotecnología permite suministraren forma más eficiente los
fármacos, el láser de uso médico cada vez más rápido y preciso es una herramienta
sustantiva en el arsenal quirúrgico moderno. En suma, la tecnología va a jugar
un rol trascendente en la medicina del futuro que va a cambiar los paradigmas
en tratar enfermedades.
El plan
garantizado en salud que hoy atiende 86 patologías es un buen sistema de
apoyo a la salud curativa que ayuda
al paciente en el costo en el tratamiento de enfermedades. El seguro universal catastrófico debe ser
un seguro obligatorio orientado a
financiar procedimientos y enfermedades de alto costo. La inversión público/privada en Concesiones hospitalarias es un gran
avance que libera recursos públicos en forma más eficiente. Un Estatuto
de los Trabajadores de la Salud con incentivos especiales y que los proteja
de agresiones deben ser ejes de una política pública en salud.
En suma, seguir incrementando el gasto en
salud sin una reforma estructural del sistema es seguir profundizando el
diagnóstico de los últimos 40 años con pobres resultados, cómo lo demuestran
los números, con un desigual acceso a la salud determinado según la capacidad económica, que perjudica a
los más pobres. A pesar que soy pesimista porque sigo escuchando el mismo
discurso de siempre y hay enormes intereses corporativos y mucho dogmatismo y
voluntarismo en salud y siempre en la vida hay una esperanza, en mi opinión propongo
definir una Política de Estado en Salud cuyo eje central esté orientada a la prevención, con un Estado presente rector de las políticas
públicas por intermedio de un Ministerio de Salud Modernizado, un Sistema
Nacional Preventivo en Salud donde se debe canalizar el gasto con una Red
Preventiva (CRS Públicos, Red Municipal,
Mutuales), otorgar libertad
de elección del paciente para que este pueda elegir libremente el
prestador, un Plan Garantizado en Salud
financiado por el Gobierno Central,
Seguros Públicos y Privados que compitan y que permitan al paciente elegir
libremente el prestador y poder migrar entre un seguro y otro para lo que se
requiere implementar la ficha única
universal, un Seguro Catastrófico
Universal obligatorio que cubra enfermedades de alto costo, un acuerdo público-privado que incremente
las inversiones en el sector en especial en la Red de Prevención, el uso de la tecnología en especial en detectar
precozmente enfermedades y un Estatuto de los Trabajadores de la Salud son, en mi opinión, ejes centrales de una Política de Estado en
Salud que se traduzca en un efectivo y oportuno acceso igualitario a la salud. Que
Dios ilumine a Chile y esta pandemia nos
permita avanzar en un diagnóstico veraz de los problemas de salud.
Ing. Jaime Calderón Riveros