Actuar antes que se produzca la enfermedad nos enseña la milenaria cultura China. En Chile tenemos un sistema orientado a lo curativo, con un fuerte componente público que por medio de Fonasa atiende el 80% de los pacientes, con una salud privada de muy buen nivel, con un continuo crecimiento del gasto público (8,1% real entre 2012-2019) y año a año escuchamos los mismos problemas: aumento de las listas de espera esperando una cirugía o un especialista, falta de especialistas en Regiones, alto endeudamiento hospitalario, buena evaluación de la salud privada pero quejas contra los seguros privados, los Tribunales resuelven problemas que debiera solucionar el Ejecutivo. A pesar que mejorar nuestro sistema de salud figura en las prioridades en todas las encuestas, se avanza poco y seguimos con el mismo discurso y diagnóstico de los últimos veinte o treinta años. Es suma, tenemos un sistema de salud muy inequitativo dependiendo fundamentalmente de la capacidad de ingreso de las personas y las definiciones que la salud es un derecho humano que de un acceso igualitario y oportuno es verbo para las grandes mayorías.
El filósofo Jorge
Millas nos decía que para aprender del otro debo sentarme a escuchar cómo si no
sé nada y así poder entender lo que me quiere decir el otro y así construir
verdad. Es lo que nos hace falta en salud donde tenemos opiniones
preconcebidas, un diagnóstico errado y falta de “cultura tecnológica” que va a cambiar la forma de tratar las
enfermedades, no miramos el cambio del perfil epidemiológico de los chilenos
por el aumento de la edad por ejemplo, la pandemia desnudo nuestro precario
sistema preventivo, un sector público que requiere una ingeniería de acuerdo a
los tiempos actuales donde hay mucho voluntarismo y poca modernización a pesar
de los heroicos esfuerzos del personal de la salud, los fuertes intereses
gremiales que detienen todo avance (la politización del sector es parte del
problema de salud) entre otros son causales de este desigual sistema de salud
chileno. Estudios de la Comisión de Productividad y del Observatorio Fiscal son
claros y demuestran el mal uso de recursos en salud. Ni los médicos, ni los
economistas, ni los arquitectos, ni los profesionales de la salud son los
“dueños” de la salud. Entre todos debemos construir un sistema más equitativo,
igualitario, justo y oportuno definiendo
la salud cómo un derecho cuyo
objetivo es un acceso igualitario a la
salud y no cómo un bien de consumo. El problema de la salud es muy complejo
y estamos en un “statu quo” que es lo
que decía Barros Luco “si el problema es muy grande, lo mejor es no hacer
nada”. Falta escucharnos, menos solución fácil, menos eslogan, menos
voluntarismo y no seguir aumentando la burocracia del Estado.
La salud actual
requiere una Política de Estado con un
sistema público moderno, con una organización de acuerdo a los tiempos
actuales, con un Ministerio de Salud Rector
y eje de las políticas públicas,
como quedo demostrado en esta pandemia, con Vicepresidencias Ejecutivas,
Hospitales con Directorios y Gerencias orientados en base a la gestión
incorporando a las “fuerzas vivas” donde hay un enorme potencial de
financiamiento y recurso humano (Sociedades de Beneficencia, empresa, donaciones). La ficha única universal
debe ser prioridad de “ayer” y es una herramienta sustantiva para una salud más
igualitaria (no podemos hablar de Hospital Digital si no tenemos un
implementada esta ficha única). Hay un serio problema de sobre gasto en salud
por malas definiciones técnicas, hospitales mal concebidos o mal diseñados,
pabellones mal utilizados entre otros. Modernizar
el sector público es prioridad.
Un “Sistema Nacional Preventivo de
Salud” debe ser el eje central de una política pública en salud, manejado
desde el primer nivel del Ministerio de Salud integrando los Centros de Salud
Municipal, las Mutuales de Seguridad y los Hospitales de las FFAA en un plan
preventivo estableciendo un Consejo Superior que fije políticas y metas para
mejorar el problema de obesidad, drogadicción, salud mental, sedentarismo, problemas
cardiológicos, cáncer que son los principales riesgos de la salud pública en
Chile. El fomento del deporte, los médicos de salud familiar, médicos
nutricionistas, educación sanitaria son sustantivos en un programa nacional preventivo en salud.
La libertad de elección para que el paciente
pueda elegir libremente el prestador es sustantivo en una política pública
en salud. Hoy se da la paradoja que el sistema público tiene “cautivo” el 80%
de los pacientes que no tienen opción de elegir libremente el prestador y
solamente se atienden en la red pública carente de recursos y especialistas
(solamente mediante el plan de libre elección, que no financia las prestaciones
privadas, pueden optar a una mejor atención) y el sistema privado tiene
múltiples planes y prestadores y todo tipo de especialistas. Aquí nace un aspecto esencial de la inequidad del
acceso igualitario a la salud ¿no es más eficiente canalizar los recursos
directamente a los usuarios, con un sistema de premio-castigo, para que elijan
libremente el prestador? Hay mucho dogmatismo por años en este punto, situación
que perjudica fundamentalmente a los más pobres.
La tecnología es base de nuestra vida
diaria con un crecimiento exponencial que ha modificado nuestra “forma de
vivir” en pocos años. Debemos incorporar los adelantos tecnológicos que son
esenciales en el arsenal quirúrgico moderno en especial en la prevención y
herramientas tecnológicas que mejoran notablemente la atención y seguridad en
salud. El diagnóstico por imágenes nos ayuda a prevenir enfermedades, la
ecotomografía y colonoscopía son herramientas sustantivas en la detección
precoz de enfermedades, la endoscopia ha mejorado notablemente en muy pocos
años disminuyendo los tiempos de cirugía, la telemedicina son ejemplos de
avances tecnológicos. La incorporación de las Sociedades Científicas en la
oportunidad y elección de las tecnologías es esencial en la modernización de la
salud.
Cómo conseguir que
todos los chilenos tengan acceso a un sistema igualitario a la salud que
obviamente tiene un costo que se debe pagar vía impuestos generales o vía
seguros colectivos, individuales o únicos. El mundo camina hacia sistemas
mixtos con financiamiento del Estado mediante impuestos generales proveyendo
servicios públicos y un conjunto de seguros colectivos, privados o seguro único
cuyo objetivo final es que el paciente (que se nos olvida mucho) tenga un
igualitario y oportuno acceso a la salud.
El seguro único, sin financiamiento, es “letra muerta” y un bonito
discurso pero que no soluciona los problemas de la salud y un buen ejemplo son
las listas de espera de servicios garantizados por el Estado a ciertas patologías
de salud en el programa Auge (hoy con la pandemia se llegó a cifras de 45 mil
pacientes en listas de espera). Sin modernizar integralmente el sistema de
salud chileno los problemas de inequidad en el acceso igualitario a la salud de
los chilenos va a continuar igual. Un camino de ahorro y eficiencia de recursos
son las Concesiones Hospitalarias que
son soluciones para hoy más eficientes que la inversión pública y que permite
liberar recursos al Estado y orientarlos a programas más rentables. El seguro universal catastrófico y de enfermedades “raras” debe ser implementados en forma obligatoria, evitando la ruina de
familias por enfermedades de alto costo.
A pesar del escepticismo
porque veo que seguimos con el mismo discurso de años que nos ha llevado a
tener en Chile un sistema de salud muy inequitativo tengo derecho a soñar que
más temprano que tarde seremos capaces de consensuar un sistema de salud que
ponga al paciente en el centro del sistema, modernicemos nuestro sistema
público, orientemos nuestros recursos a la prevención, usemos la tecnología en
la prevención y atención del paciente, demos libertad de elección al pacientes
y con financiamiento mixto del Estado, seguros públicos y seguros privados
tengamos un acceso igualitario y oportuno a la salud para todos los chilenos.
Ing.
Jaime Calderón Riveros
Santiago, diciembre 21, 2020
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