Poesía

Carpe Diem

No dejes que termine sin haber crecido un poco,
sin haber sido un poco mas feliz,
sin haber alimentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie
te quite el derecho de
expresarte que es casi un deber.

No abandones tus ansias de hacer de tu vida
algo extraordinario…

No dejes de creer que las palabras, la risa y la poesía
sí pueden cambiar el mundo…

Somos seres, humanos, llenos de pasión.
La vida es desierto y tambien es oasis.
Nos derriba, nos lastima, nos convierte en
protagonistas de nuestra propia historia…
Pero no dejes nunca de soñar,
porque sólo a través de sus sueños
puede ser libre el hombre.

No caigas en el peor error, el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.

No te resignes…
No traiciones tus creencias. Todos necesitamos
aceptación, pero no podemos remar en
contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.

Disfruta el pánico que provoca tener
la vida por delante…
Vívela intensamente,
sin mediocridades.
Piensa que en tí está el futuro y en
enfrentar tu tarea con orgullo, impulso
y sin miedo.

Aprende de quienes pueden enseñarte…
No permitas que la vida
te pase por encima
sin que la vivas…”

(Atribuido a Walt Whitman)

***

En el Fondo del Lago


Soñé que era muy niño, que estaba en la cocina
Escuchando los cuentos de la vieja Paulina.
Nada había cambiado: el candil en el muro
El brasero en el suelo, y un rincón obscuro
El gato dormitando. La noche estaba fría
y el tiempo tan revuelto que la caja crujía…
Se escuchaba, a lo lejos, ese rumor de pena
Que sollozan las olas al morir en la arena,
y a intervalos más largos esos vagos aullidos
con que piden auxilio los vapores perdidos…
Nosotros, los chiquillos, oíamos el cuento
Sentados junto al fuego, y como entrara el viento
por unos vidrios rotos, su frente medio cana,
la vieja se cubría con su chalón de lana.
Era un cuento muy bello:
Tres príncipes hermanos
que fueron, por mares y países lejanos,
tras la bella princesa que de la mano de un hada
en un lago sin fondo mantenía encantada
El mayor, que fue al norte, no regreso con vida;
el otro, que era un loco, pereció en la partida;
y el menor que era un ángel por lo adorable y bello,
llegó al fondo del lago sin perder un cabello…
Allá abajo, en el fondo, vio paisajes divinos
castillos en cantados de muros cristalinos
y en un palacio inmenso, de infinita belleza,
encerrada y llorando, vio a la pobre princesa.
Se cruzaron sus ojos, se adoraron al punto
Y lo demás fue cosa de poquísimo asunto,
pues al verlos al verlos tan bellos cómo el sol y la aurora,
el hada, que era buena, los casó sin demora

Así acabó la historia de aquella noche…El gato
Se despertó gruñendo, esperezóse un rato
Y se durmió de nuevo. Zumbó la ventolina,
En el cañón, ya frío, de la vieja cocina….
Se levantó un chicuelo y sin hacer ruido
enhollinó la cara de otro chico dormido.
Yo, me quedé soñando con el príncipe amado
por la bella princesa, con el lago encantado
y, también con los tristes y apartados desiertos
donde mueren los huesos de los príncipes muertos

Diego, Dublé Urrutia (1877-1967) fue un poeta, pintor, embajador de Chile. Estudió en el Santiago College de Angol, Seminario Conciliar de Concepción e Instituto Nacional y se incorporó a la Escuela de Leyes de la Universidad de Chile. Su padre, teniente coronel Baldomero Dublé Almeyda falleció en la Batalla de Chorrillos de la Guerra del Pacífico.

***

¿De qué quiere Usted la imagen?

Preguntó el imaginero,
Tenemos santos de pino,
Hay imágenes de yeso,
Mire este Cristo yacente,
Madera de puro cedro,
Depende de quien la encarga,
Una familia o un templo,
O si el único objetivo
Es ponerla en un museo.

Déjeme pues que le explique,
Lo que de verdad deseo.

Yo necesito una imagen
De Jesús El Galileo,
Que refleje su fracaso
Intentando un mundo nuevo,
Que conmueva las conciencias
Y cambie los pensamientos,
Yo no la quiero encerrada
En iglesias y conventos.

Ni en casa de una familia
Para presidir sus rezos,
No es para llevarla en andas
Cargada por costaleros,
Yo quiero una imagen viva
De un Jesús Hombre sufriendo,
Que ilumine a quien la mire
El corazón y el cerebro.

Que den ganas de bajarlo
De su cruz y del tormento,
Y quien contemple esa imagen
No quede mirando un muerto,
Ni que con ojos de artista
Sólo contemple un objeto,
Ante el que exclame admirado
¡que torturado mas bello!.

Perdóneme si le digo,
Responde el imaginero
Que aquí no hallara seguro
La imagen del Nazareno.

Vaya a buscarla en las calles
Entre las gentes sin techo
En hospicios y hospitales
Donde haya gente muriendo
En los centros de acogida
En que abandonan a viejos,
En el pueblo marginado
Entre los niños hambrientos,
En mujeres maltratadas
En personas sin empleo.

Pero la imagen de Cristo
No la busque en los museos,
No la busque en las estatuas,
En los altares y templos.

Ni siga en las procesiones
Los pasos del Nazareno,
No la busque de madera,
De bronce de piedra o yeso,
¡mejor busque entre los pobres
Su imagen de carne y hueso ¡

Gabriela Mistral

***

El hombre que comía siempre lo mismo

El hombre que comía siempre lo mismo
siempre venía a la misma hora
nadie en el pueblo lo conocía
(Suenan las campanas de la Iglesia)
cabizbajo de una tenue delgadez
no hablaba nada…solo pensativo
el perro blanco lo esperaba y movía la cola
(Suenan las campanas de la Iglesia)
se iba sin decir nada
el perro movía la cola y lo seguía
se perdía entre los álamos y ruiseñores
(Suenan las campanas de la Iglesia)
volvía al día siguiente
…y pedía siempre lo mismo
un día cualquiera no volvió
alguien se acordó de él
nadie en el pueblo lo conocía
(Suenan las campanas de la Iglesia)
el perro que movía la cola llegó
llegó y se desplomó
el barrendero lo recogió
del hombre que pedía siempre lo mismo
nunca volvió
(suenan las campanas de la Iglesia)

Jaime Calderón Riveros
Puerto Natales, abril 2019


***
Soliloquio del Individuo

Yo soy el Individuo.
Primero viví en una roca
(Allí grabé algunas figuras).
Luego busqué un lugar más apropiado.
Yo soy el Individuo.
Primero tuve que procurarme alimentos,
Buscar peces, pájaros, buscar leña,
(Ya me preocuparía de los demás asuntos).
Hacer una fogata,
Leña, leña, dónde encontrar un poco de leña,
Algo de leña para hacer una fogata,
Yo soy el Individuo.
Al mismo tiempo me pregunté,
Fui a un abismo lleno de aire;
Me respondió una voz:
Yo soy el Individuo.
Después traté de cambiarme a otra roca,
Allí también grabé figuras,
Grabé un río, búfalos,
Grabé una serpiente
Yo soy el Individuo.
Pero no. Me aburrí de las cosas que hacía,
El fuego me molestaba,
Quería ver más,
Yo soy el Individuo.
Bajé a un valle regado por un río,
Allí encontré lo que necesitaba,
Encontré un pueblo salvaje,
Una tribu,
Yo soy el Individuo.
Vi que allí se hacían algunas cosas,
Figuras grababan en las rocas,
Hacían fuego, ¡también hacían fuego!
Yo soy el Individuo.
Me preguntaron que de dónde venía.
Contesté que sí, que no tenía planes determinados,
Contesté que no, que de allí en adelante.
Bien.
Tomé entonces un trozo de piedra que encontré en un río
Y empecé a trabajar con ella,
Empecé a pulirla,
De ella hice una parte de mi propia vida.
Pero esto es demasiado largo.
Corté unos árboles para navegar,
Buscaba peces,
Buscaba diferentes cosas,
(Yo soy el Individuo).
Hasta que me empecé a aburrir nuevamente.
Las tempestades aburren,
Los truenos, los relámpagos,
Yo soy el Individuo.
Bien. Me puse a pensar un poco,
Preguntas estúpidas se me venían a la cabeza.
Falsos problemas.
Entonces empecé a vagar por unos bosques.
Llegué a un árbol y a otro árbol;
Llegué a una fuente,
A una fosa en que se veían algunas ratas:
Aquí vengo yo, dije entonces,
¿Habéis visto por aquí una tribu,
Un pueblo salvaje que hace fuego?
De este modo me desplacé hacia el oeste
Acompañado por otros seres,
O más bien solo.
Para ver hay que creer, me decían,
Yo soy el Individuo.
Formas veía en la obscuridad,
Nubes tal vez,
Tal vez veía nubes, veía relámpagos,
A todo esto habían pasado ya varios días,
Yo me sentía morir;
Inventé unas máquinas,
Construí relojes,
Armas, vehículos,
Yo soy el Individuo.
Apenas tenía tiempo para enterrar a mis muertos,
Apenas tenía tiempo para sembrar,
Yo soy el Individuo.
Años más tarde concebí unas cosas,
Unas formas,
Crucé las fronteras
y permanecí fijo en una especie de nicho,
En una barca que navegó cuarenta días,
Cuarenta noches,
Yo soy el Individuo.
Luego vinieron unas sequías,
Vinieron unas guerras,
Tipos de color entraron al valle,
Pero yo debía seguir adelante,
Debía producir.
Produje ciencia, verdades inmutables,
Produje tanagras,
Di a luz libros de miles de páginas,
Se me hinchó la cara,
Construí un fonógrafo,
La máquina de coser,
Empezaron a aparecer los primeros automóviles,
Yo soy el Individuo.
Alguien segregaba planetas,
¡Árboles segregaba!
Pero yo segregaba herramientas,
Muebles, útiles de escritorio,
Yo soy el Individuo.
Se construyeron también ciudades,
Rutas
Instituciones religiosas pasaron de moda,
Buscaban dicha, buscaban felicidad,
Yo soy el Individuo.
Después me dediqué mejor a viajar,
A practicar, a practicar idiomas,
Idiomas,
Yo soy el Individuo.
Miré por una cerradura,
Sí, miré, qué digo, miré,
Para salir de la duda miré,
Detrás de unas cortinas,
Yo soy el Individuo.
Bien.
Mejor es tal vez que vuelva a ese valle,
A esa roca que me sirvió de hogar,
Y empiece a grabar de nuevo,
De atrás para adelante grabar
El mundo al revés.
Pero no: la vida no tiene sentido.

Nicanor Parra (1954)

***

Hoy pasé por mi pueblo

¡Hoy pasé por mi pueblo!
La estación está igual
esperando esos largos trenes con su bella locomotora de oro
compré boletos al viejo de anteojos que siempre era el mismo
los árboles y bancas verdes de eternas esperas estaban ahí
los trenes de largos viajes que se perdían a lo lejos eran los mismos
¡Hoy pasé por mi pueblo!
La plaza era la misma
La banca donde la esperaba horas para sólo verla pasar
era un ángel de bella sonrisa….para mí todo en ella era bello
no me miraba…..!si yo era sólo un esqueleto sin gracia!
el viejo que pedía limosna estaba ahí …lo miré….me miró
¡Hoy pasé por mi pueblo!
La casa está igual
la calle larga donde partí a mis primeras aventuras está ahí
la sonrisa de mis padres están ahí
veo a mi padre caminar entre árboles floridos
y a mi madre esperarme con su bella sonrisa
¡Hoy pasé por mi pueblo!
Mi Liceo está igual
la cancha de los mil sueños está igual
mis compañeros son los mismos y uno fue rey
él no sabe que jugué con él entre sueños y fantasías…es un secreto
el patio es el mismo y sus profesores están ahí….esperando
¡Hoy pasé por mi pueblo!
La bahía y sus lanchas multicolores están igual
el muelle y las siluetas de los barcos están ahí
al fondo está el mismo acorazado que era tan grande …que no podía entrar a la bahía
los vendedores de las lanchas verdes gritaban igual y el marino estaba ahí
las olas golpeaban igual de fuerte que cubrían la estación
¡Hoy pasé por mi pueblo!
Sólo me puse a mirar
de mi pueblo ……de mi pueblo no queda nada


Jaime Calderón Riveros
Santiago, marzo, 2019

***

Mientras mis músculos se debilitaban, mi habilidad como escritor se fortalecía
Mientras perdía el habla lentamente, ganaba voz
A medida que disminuía, yo crecía
Mientras iba perdiendo tanto, finalmente empezaba a encontrarme a mi mismo

***

Hay almas que tienen

Hay almas que tienen
azules luceros
mañanas marchitas
entre hojas del tiempo
y castos rincones
que guardan un viejo
rumor de nostalgias
y sueños

Otras almas tienen
dolientes espectros
de pasiones. Frutas
de gusanos.Ecos
de una voz quemada
que viene de lejos
como una corriente
de sombra. Recuerdos
vacíos de llanto
y migajas de besos.

Mi alma está madura
hace mucho tiempo,
y se desmorona
turbia de misterio.
Piedras juveniles
todas de ensueño
caen sobre las aguas
de mis pensamientos.
Cada piedra dice:
"¡Dios está muy lejos!"

Garcia Lorca

***
Hay un día feliz

A recorrer me dediqué esta tarde
Las solitarias calles de mi aldea
Acompañado por el buen crepúsculo
Que es el único amigo que me queda.
Todo está como entonces, el otoño
Y su difusa lámpara de niebla,
Sólo que el tiempo lo ha invadido todo
Con su pálido manto de tristeza.
Nunca pensé, creédmelo, un instante
Volver a ver esta querida tierra,
Pero ahora que he vuelto no comprendo
Cómo pude alejarme de su puerta.
Nada ha cambiado, ni sus casas blancas
Ni sus viejos portones de madera.
Todo está en su lugar; las golondrinas
En la torre más alta de la iglesia;
El caracol en el jardín, y el musgo
En las húmedas manos de las piedras.
No se puede dudar, éste es el reino
Del cielo azul y de las hojas secas
En donde todo y cada cosa tiene
Su singular y plácida leyenda:
Hasta en la propia sombra reconozco
La mirada celeste de mi abuela.
Estos fueron los hechos memorables
Que presenció mi juventud primera,
El correo en la esquina de la plaza
Y la humedad en las murallas viejas.
¡Buena cosa, Dios mío!; nunca sabe
Uno apreciar la dicha verdadera,
Cuando la imaginamos más lejana
Es justamente cuando está más cerca.
Ay de mí, ¡ay de mí!, algo me dice
Que la vida no es más que una quimera;
Una ilusión, un sueño sin orillas,
Una pequeña nube pasajera.
Vamos por partes, no sé bien qué digo,
La emoción se me sube a la cabeza.
Como ya era la hora del silencio
Cuando emprendí mi singular empresa,
Una tras otra, en oleaje mudo,
Al establo volvían las ovejas.
Las saludé personalmente a todas
Y cuando estuve frente a la arboleda
Que alimenta el oído del viajero
Con su inefable música secreta
Recordé el mar y enumeré las hojas
En homenaje a mis hermanas muertas.
Perfectamente bien. Seguí mi viaje
Como quien de la vida nada espera.
Pasé frente a la rueda del molino,
Me detuve delante de una tienda:
El olor del café siempre es el mismo,
Siempre la misma luna en mi cabeza;
Entre el río de entonces y el de ahora
No distingo ninguna diferencia.
Lo reconozco bien, éste es el árbol
Que mi padre plantó frente a la puerta
(Ilustre padre que en sus buenos tiempos
Fuera mejor que una ventana abierta).
Yo me atrevo a afirmar que su conducta
Era un trasunto fiel de la Edad Media
Cuando el perro dormía dulcemente
Bajo el ángulo recto de una estrella.
A estas alturas siento que me envuelve
El delicado olor de las violetas
Que mi amorosa madre cultivaba
Para curar la tos y la tristeza.
Cuánto tiempo ha pasado desde entonces
No podría decirlo con certeza;
Todo está igual, seguramente,
El vino y el ruiseñor encima de la mesa,
Mis hermanos menores a esta hora
Deben venir de vuelta de la escuela:
¡Sólo que el tiempo lo ha borrado todo
Como una blanca tempestad de arena!

Nicanor Parra

***

La terraza

Escenario cómplice
Todo pasa en él
Desde el oriente, las promesas
Al final del día, el ocaso de los sueños

La noche apenas dibujada
Sugiere
Anuncia
Amenaza con sus fúnebres velos
Amortaja los deseos

El sueño deviene esperanza
Todo puede ocurrir
Incluso el encuentro anhelado
Temido
Añorado

La terraza espera

Carolina Greikin Garfunkel


***

Nada

Era un pobre diablo que siempre venía cerca de un gran pueblo donde yo vivía; joven, rubio y flaco, sucio y mal vestido, siempre cabizbajo... ¡Tal vez un perdido! Un día de invierno lo encontraron muerto dentro de un arroyo próximo a mi huerto, varios cazadores que con sus lebreles catando marchaban... Entre sus papeles no encontraron nada... Los jueces de turno hicieron preguntas al guardían nocturno: Nada Carlos Pezoa Véliz éste no sabía nada del extinto; ni el vecino Pérez, ni el vecino Pinto. Una chica dijo que sería un loco o algún vagabundo que comía poco, y un chusco que oía las conversaciones se tentó de risa... ¡Vaya, unos simplones! Una paletada le echó el panteonero; luego lió un cigarro, se caló el sombrero y emprendió la vuelta... Tras la paletada, nadie dijo nada, nadie dijo nada.

Carlos Pezoa Veliz

***

Tristeza

Hoy tengo en el corazón
Un vago sabor a tristeza
La vida pasa
Pasa sin darnos cuenta
Las campanas suenan en la meta
El esfuerzo continúa
El camino se hace más pesado
Pero la voluntad está
Hoy tengo en el corazón
Un vago sabor de tristeza

Jaime Calderon Riveros
(Abril, 2017)

***
Testigo

El blanco sobre el blando. Soy testigo de la angustia. He visto caer miradas en las palmas de las manos.

Conozco la piel quebrada de los bosques. El aire frio de las fogatas, la inmundicia tibia y húmeda de las multitudes, la propagación incontrolable de los grises.

He escuchado al niño llorando con lágrimas avergonzadas, a su madre desapareciendo bajo los faroles amarillos.

He visto corretear a perros hambrientos y palomas sucias, a cuchillos blandiendo rabia en manos enguantadas. Reconozco la patética carcajada de los ebrios.

Me duele el descenso de la noche sobre las camas violentas, el grito de los rincones olvidados, los parpados atrapados en telarañas.

Conozco el tejido de encrucijadas y los rojos desatados. Descubro cuando se expande la sangre en los perfiles afilados de los hombres: un aroma fusionado con dolor, nítido como oxigeno de los puentes.

He visto transeúntes deambular por callejones, infinitos de espaldas con las manos en los abrigos y sombreros altos. Sobre ellos se alarga la inmensidad. El vacio se asemeja a la intemperie de las calles, a la tristeza que habita bajo los techos.

He visto morir lo cotidiano y al blanco desaparecer de la luna.

Lucas Palacios

***

El Principito


Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona mayor. Tengo una seria excusa: esta persona mayor es el mejor amigo que tengo en el mundo. Tengo otra excusa: esta persona mayor es capaz de entenderlo todo, hasta los libros para niños. Tengo una tercera excusa: esta persona mayor vive en Francia, donde pasa hambre y frío. Verdaderamente necesita ser consolada. Si todas estas excusas no bastasen, bien puedo dedicar este libro al niño que una vez fue esta persona mayor. Todos los mayores han sido primero niños. ( pero pocos lo recuerdan.) Coriijo, pues, mi dedicatoria:

A León Werth
(cuando era niño)

***



Señores Guardias Civiles

Señores guardias civiles
Aquí paso lo de siempre
Han muerto cuatro romanos
y cinco cartagineses

Federico García Lorca

***

Despedida

Si muero
dejad el balcón abierto

El niño come naranjas
(desde mi balcón lo veo)

El segador siega el trigo
(desde mi balcón lo siento)

¡ Si muero
dejad el balcón abierto!

Federico García Lorca

***

Es olvido

Juro que no recuerdo ni su nombre,
más moriré llamándola María
no por simple capricho de poeta:
por su aspecto de plaza de provincia.
¡Tiempos aquellos! Yo un espantapájaros,
ella una joven pálida y sombría.
Al volver una tarde del liceo
supe de la su muerte inmerecida
nueva que me causo tal desengaño
que derramé una lágrima al oírla.
Una lágrima, sí, ¡quien lo creyera!
y eso que soy persona de energía.
Se he de conceder crédito a lo dicho
por la gente que trajo la noticia
debo creer, sin vacilar un punto,
que murió con mi nombre en las pupilas,
hecho que me sorprende, porque nunca
fue para mi otra cosa que una amiga.
nunca tuve con ella más que simples
relaciones de estricta cortesía
nada más que palabras y palabras
y una que otra mención de golondrinas.
La conocí en mi pueblo (de mi pueblo
sólo queda un puñado de cenizas),
pero jamás vi en ella otro destino
que el de una joven triste y pensativa.
Tanto fue así que llegue a tratarla
con el celeste nombre de María,
circunstancia que habla claramente
la exactitud central de mi doctrina.
Puede ser que una vez la haya besado,
¡quien es el que no besa a sus amigas!
Pero tened presente que lo hice
sin darme cuenta bien de lo que hacía.
No negaré , eso sí, que me gustaba
su inmaterial y vaga compañía
que era como el espíritu sereno
que a las flores domésticas anima.
Yo no puedo ocultar de ningún modo
la importancia que tuvo su sonrisa
ni desvirtuar el favorable influjo
que hasta en las mismas piedras ejercía.
Agreguemos, aún, que de la noche
fueron sus ojos fuente fidedigna.
Más a pesar de todo, es necesario
que comprendan que yo no la quería
sino co ese vago sentimiento
con que a un pariente enfermo se designa.
Sin embargo, sucede, sin embargo,
lo que a esta fecha aún me maravilla,
ese inaudito y singular ejemplo
de morir con mi nombre en las pupilas,
ella, múltiple rosa inmaculada
ella que era una lámpara legítima.
Tiene razón, mucha razón, la gente
que se pasa quejando noche y día
de que el mundo traidor en que vivimos
vale menos que rueda detenida:
mucho más honorable es una tumba,
vale más una hoja enmohecida,
nada es verdad, aquí nada perdura,
ni el color del cristal con que se mira.
Hoy es un día azul de primavera
creo que moriré de poesía
de esa joven melancólica
no recuerdo ni el nombre que tenía.
Sólo se que pasó por este mundo
como una paloma fugitiva:
la olvidé sin quererlo lentamente,
como todas las cosas de la vida.

Nicanor Parra

***

Al oído de una muchacha

No quise.
No quise decirte nada.
Vi en tus ojos
Dos arbolitos locos.
De brisa, de risa, de oro.
Se maneaban.
No quise.
No quise decirte nada.

Federico García Lorca

***
Los Detractores de la Poesía

Va a tener que pedirnos perdón de rodillas
Ha quedado de manifiesto
Que se le puede hacer pelea a la prosa:
La cenicienta de las bellas letras
No tiene nada que envidiar a sus hermanastras

Goza de buena salud
En opinión de justos y pecadores
Señores Fukuyama
Gombrowicz
Stendhal
Platón & Cía. Ilimitada

Nicanor Parra (Discursos de Sobremesa)

***



Baile
La Carmen esta bailando
por las calles de Sebilla.
Tiene blancos los cabellos
y radiantes las pupilas.

¡ Niñas,
corred las cortinas!
En su cabeza se enrosca
una serpiente amarilla,
y va soñando en el baile
con galanes de otros días.
¡Niñas,
corred las cortinas!

Las calles están desiertas
y en los fondos se adivinan,
corazones andaluces,
buscando viejas espinas

¡Niñas,
corred las cortinas!

Federico García Lorca

***

La casada infiel

Y que yo me la llevé al río
creyendo que era mozuela,
pero tenía marido.
Fue la noche de Santiago
y casi por compromiso.
se apagaron los faroles
y se encendieron los gillos.
En las últimas esquinas
toque sus pechos dormidos,
y se me abrieron de pronto
como ramos de jacintos
el almidón de su enagua
me sonaba en el oído
como una pieza de seda
rasgada por diez cuchillos
sin luz de plata en sus copas
los árboles han crecido,
y un horizonte de perros
ladra muy lejos del río.
Pasadas las zarzamoras
los juncos y los espinos,
bajo su mata de pelo
hice un hoyo sobre el limo.
Yo me quité la corbata.
ella se quitó el vestido.
yo el cinturón con revolver.
ella sus cuatro corpiños.
Ni nardos ni caracolas
tienen el cutis tan fino,
ni los cristales con luna
relumbran con ese brillo.
Sus muslos se me escapaban
como peces sorprendidos
la mitad llenos de lumbre
la mitad llenos de frío.
Aquella noche corrí
el mejor de los caminos
montado en potra de nácar
sin bridas y sin estribos.
No quiero decir, por hombre
las cosas que ella me dijo.
la luz del entendimiento
me hace ser muy comedido.
sucia de besos y arena,
yo me la lleve del río.
con el aire se batían
las espadas de los lirios.
Me porté como quien soy.
como un gitano legítimo.
Le regalé un costurero
grande de razo pajizo,
y no quise enamorarme
porque teniendo marido
me dijo que era mozuela
cuando la llevaba al río.

Federico García Lorca

***

Otro Sueño

¡Una golondrina vuela
Hacia muy lejos!....
Hay floraciones de rocío
sobre mi sueño,
y mi corazón da vueltas
lleno de tedio
como un tiovivo en que la Muerte
pasea a sus hijuelos.

¡Quisiera que estos árboles
atar al tiempo
con un cable de noche negra,
y pintar luego
con mi sangre las riveras
pálidas de mis recuerdos!

¿Cuántos hijos tiene la muerte?
¡Todos están en mi pecho!
¡Una golondrina viene
de muy lejos!

Federico García Lorca

***

Madrigal

Yo te miré a los ojos
cuando era niño y bueno.
Tus manos me rozaron
Y me diste un beso
(Los relojes llevan la misma cadencia,
y las noches tienen las mismas estrellas.)

Y se abrió mi corazón
como una flor bajo el cielo,
los pétalos de lujuria
y los estambres de sueño
(Los relojes llevan la misma cadencia,
y las noches tienen las mismas estrellas.)
En mi cuarto sollozaba
como el príncipe del cuento
por Estrellita de oro
que se fue de los torneos
(Los relojes llevan la misma cadencia
y las noches tienen las mismas estrellas.)
Yo me alejé de tu lado
queriéndote sin saberlo.
No sé como son tus ojos,
tus manos y tus cabellos.
Sólo me queda en la frente
La mariposa del beso.
(Los relojes llevan la misma cadencia
y las noches tienen las mismas estrellas.)

Federico García Lorca

***

Canción Otoñal

Hoy siento en el corazón
un vago temblor de estrellas
pero mi senda se pierde
en el alma de la niebla.
La luz me troncha las alas
y el dolor de mi tristeza
va mojando los recuerdos
en la fuente de la idea
Todas las rosas son blancas
tan blancas como mi pena
y no son las rosas blancas,
que ha nevado sobre ellas.
antes tuvieron el iris.

También sobre el alma nieva.
La nieve del alma tiene
copos de besos y escenas
que se hundieron en la sombra
o en la luz del que las piensa.

La nieve cae de las rosas,
pero la del alma queda,
y la garra de los años
hace un sudario con ellas.

¿Se deshelara la nieve
cuando la muerte nos lleva?
¿O después habrá otra nieve
y otras rosas más perfectas?
¿Será la paz con nosotros
como Cristo nos enseña?
¿O nunca será posible
la solución del problema?

¿Y si el amor engaña?
¿Quién la vida nos alienta
si el crepúsculo nos hunde
en la verdadera ciencia
del bien que quizás no exista.
y del mal que late cerca?
¿Si la esperanza se apaga
y la de Babel se comienza,
qué antorcha iluminará
los caminos de la tierra?
¿si el azul es un ensueño
que será de la inocencia?
¿Qué será del corazón
si el Amor no tiene flechas?
¿Si la muerte es la muerte,
que será de los poetas
y de las cosas dormidas
que ya nadie recuerda?
¡Oh sol de la esperanzas!
¡Agua clara! ¡Luna nueva!
¡Corazones de los niños!
¡Alma rudas de las piedras!
Hoy siento en el corazón
un vago temblor de estrellas
y todas las rosas son
tan blancas como mi pena.
El cielo es de ceniza,
Los árboles son blancos

Federico García Lorca

***

Romance Sonambulo

Verde que te quiero verde.
Verde viento, verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda,
Verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
bajo la luna gitana,
las cosas las están mirando
y ella no puede mirarlas.

Verde que te quiero verde.
Grandes estrellas de escarcha,
vienen con el pez de sombra
que abre el camino del alba.
La higuera frota su viento
Con la lija de las ramas,
y el monte, gato garduño
eriza sus pitas agrias.
¿ Pero quien vendrá? ¿ Y por donde…?
Ella sigue en su baranda,
verde carne, pelo verde
soñando en la mar amarga,
Compadre quiero cambiar
mi caballo por su casa
mi montura por su espejo,
mi cuchillo por su manta.
Compadre, vengo sangrando,
desde los puertos de Cabra.
Si yo pudiera, mocito,
ese trato se cerraba.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa ya no es mi casa.
Compadre, quiero morir
decentemente en mi cama.
De acero, si puede ser,
con las sábanas de holanda.
¿ No ves la herida que tengo
desde el pecho a la garganta?
Trescientas rosas morenas
lleva tu pechera blanca.
Tu sangre rezuma y huele
alrededor de tu faja
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
Dejadme subir al menos
hasta las altas barandas,
¡dejadme subir! dejadme
hasta las verdes barandas.
Barandales de la luna
Por donde retumba el agua.
Ya suben los dos compadres
hacia las altas barandas
Dejando un rastro de sangre.
Dejando un rastro de lágrimas.
Temblaban en los tejados
farolillos de hojalata
Mil panderos de cristal,
harían la madrugada
Verde que te quiero verde,
verde viento, verdes ramas.
Los dos compadres subieron.
El largo viento dejaba
en la boca un raro gusto
de hiel, de menta y de albahaca.
¡Compadre! ¿ donde está, dime?
¿Dónde está tu niña amarga?
¡ Cuantas veces te esperó
¡Cuantas veces te esperara,
cara fresca, negro pelo,
en esta verde baranda!
Sobre el monte del aljibe
se mecía la gitana.
Verde carne, pelo verde,
Con ojos de fría plata.
Un carámbano de luna
La sostiene sobre el agua.
La noche se puso íntima
como una pequeña plaza.
Guardias civiles borrachos
En la puerta golpeaban.
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar.
El caballo en la montaña.
La noche se puso íntima
Como una pequeña plaza
Señores guardias civiles
Aquí paso lo de siempre
Han muerto cuatro romanos
y cinco cartagineses

Federico García Lorca

***

Hoy está de santo la reina

¡que se levanten los caracoles!
El sol, la luna, las estrellas
(hoy está de santo la reina)
día a día , noche a noche
tenerla cerca es un ensueño
(hoy está de santo la reina)
las flores blancas y rojas
cantan los finos ruiseñores
(hoy está de santo la reina)

hoy ....hoy mismo
está de santo la reina
¡que se levanten los caracoles!
El sol la luna las estrellas

Jaime Guillermo (mayo, 2001)

***

1 comentario:

Matrioshka dijo...

Sin palabras
(A Nicanor Parra)


Nada digo,
Nicanor,
magro embutido
de ángel y demonio

Nada opino,
profesor,
insigne profeta
en la tierra propia

Nada enjuicio,
creador,
hombre de fuego
bajo hielo y pedernal

Ya se acerca, caudaloso,
tu río-verbo irruptor

Tan lejana de tu dama imaginaria
permanezco a la vera del camino
y tu voz, que me alcanza,
ahoga la mía

(Carolina Grekin – Isla Negra 2017)